La Armada es un bastión
en la lucha contra el narcotráfico y presencia en 12 mil kilómetros de
ríos
La nueva Armada
Desde que el de 24 julio de 1823 el
almirante José Prudencio Padilla derrotó a la gran armada española del
comandante Laborde, en la batalla de Maracaibo, nuestra Armada ha tenido
una enorme transformación. No es de poca monta responder por 12 mil
kilómetros de ríos navegables, un poco más de 2.600 de costas sobre dos
océanos y una jurisdicción cercana al millón de kilómetros
cuadrados.
La nueva visión ya arroja resultados, en particular
aquellos que obedecen a la estrategia -cerrando espacios-, dirigida a la
interdicción de rutas del narcotráfico. Esta, quizás la más exitosa que se
haya empleado contra este delito, logró que se incautaran 454 mil kilos de
cocaína entre enero del 2000 y junio del 2006, en operaciones combinadas
entre unidades navales de la Armadas de Colombia y de los Estados Unidos,
en aguas del Caribe y del Pacífico. La tasa de incautación pasó de 100,3
kilos/día en el 2001 a 267 kilos/día en el 2005. Por esta droga se hubiera
pagado en los países consumidores 13 mil millones de dólares o 10 por
ciento del PIB del 2005. Considerando que más del 90 por ciento del
tráfico de narcóticos se hace por vía marítima, es indispensable sostener
y fortalecer estas operaciones.
No menos importante es lo que se ha
hecho en el patrullaje de los 12 mil kilómetros de aguas fluviales
navegables. En estas, la Armada patrulla hoy 8 mil kilómetros y hace
presencia permanente en cerca de 5 mil. Esto tiene un enorme significado
para ese 50 por ciento de la población, a veces tan olvidada, cuya vida
depende enteramente de los ríos.
En el frente tecnológico, su
aporte ha sido muy valioso. Varios ejemplos salieron a relucir en el
aniversario de la Armada esta semana con el BTR 80, un vehículo anfibio,
el primero en Latinoamérica, ensamblado en el país, y el lanzamiento de la
sexta nave nodriza, rediseñada y totalmente ensamblada en en Cotecmar, los
astilleros de la Armada.
Estos vehículos deben contribuir en forma
importante a un mayor control de los ríos. Las primeras cinco nodrizas,
junto con los demás elementos que forman las brigadas fluviales, lograron
que la Armada, entre el 2002 y el 2006, ampliara la cobertura fluvial en
un 78 por ciento.
Las seis nodrizas, y cuatro más que vienen,
gradualmente patrullarán las principales vertientes del Caribe, el
Pacífico, el Amazonas y el Orinoco con sus afluentes. Se diseñaron con
mínimo calado, gran capacidad de fuego, sólido blindaje y un novedoso
sistema de turbopropulsión, que les permite una maniobrabilidad que antes
no tenían.
La Armada también ha dado ejemplo de buenas prácticas
administrativas. Un ejemplo es el manejo del astillero que las fabrica. En
solo 5 años logró el punto de equilibrio y una utilidad del 5 por ciento
el año pasado. Contrastan estos resultados con los del fracasado Conastil,
donde ocurrieron toda suerte de desfalcos.
Falta mucho por hacer.
El reto es grande. Pero la Armada ha vuelto a poner en el mapa a
poblaciones ribereñas olvidadas, a través de acuerdos de colaboración con
vecinos a los que nos unen grandes ríos, Brasil y Perú. Es justo
reconocer que su actual comandante, el almirante Mauricio Soto Gómez, ha
sido el líder y artífice de su transformación en los casi seis años que
tiene al frente de esa institución. Su relevo, pues, se vuelve crítico.¹
Este nuevo aniversario de la Armada, una empresa de
30.000 hombres, merece un especial reconocimiento. Es vital su
contribución, en el difícil camino hacia la paz, sobre nuestras aguas y
costas. Los colombianos debemos agradecer que la Armada, como reza su
himno, continúe velando, celosa y fiera sobre nuestras aguas, con sus
marinos, caballeros del ancho mar, por la tranquilidad de tan amplia
frontera.
Cyber-corredera se identifica en
todo con el editorial de El Tiempo y felicita al señor Almirante Mauricio
Soto Gómez por su impecable trayectoria y sus importantes logros.
Aprovechando este homenaje que le rinde el más importante diario de
colombia, queremos resaltar la figura humana del Mauricio Soto que
conocemos, tratamos y admiramos desde que eramos compañeros en
la Escuela Naval. Y nos parece verlo todavía, caminar meditabundo con su
flano, por el caracolejo de la plaza de armas, con ensimismamiento,
pulcritud en el vestir, suave en sus ademanes, severo, seguro de si mismo
e imperturbable. Quizás el aire de timidez que lo envolvía hicieron de su
vida una pasión por el estudio, siendo mesurado y
ecuánime.
Valga esta emocionada
recordación, como un modesto homenaje que le rendimos sus compañeros del
"Glorioso Contingente 38", que con el correr del tiempo hemos venido
acrecentando nuestra admiración por el amigo, el compañero, el
marino y el comandante.
Enfemero
Pinto
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