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UN RECUERDO DE LA INFANCIA 
Por Jorge Serpa Erazo  CN 38-082

Cuando era recluta naval en 1964, precisamente el día que nos embarcaron para el crucero de Semana Santa, con mi contingente, el "Glorioso 38" (en la famosa fragata ARC Almirante Padilla), en el muelle de la Base Naval de Cartagena estaba el ARC Mayor Mario Serpa. Yo, a algún compañero de mi sección le dije que esa embarcación tenía en nombre de mi papá. El conti a su vez le comentó al Brigadier de la sección, que era Eduardo Uribe, y éste, delante de todos mis compañeros me dijo: “Serpa, para qué habla paja,  para qué dice cosas que no son ciertas, ese Mario Serpa era un compañero del Almirante Padilla”.

UN RECUERDO DISTANTE

Uno de los recuerdos más distantes que alberga mi memoria, se relaciona con los actos que se realizaron aquel 22 de abril de 1953 cuando en la Base Naval ARC Bolívar, se botó al agua un trasporte fluvial  de tropas con el nombre de mi padre, el ARC Mayor Mario Serpa. Quien escribe esto, cumplía al siguiente día, seis años de edad, pero el viaje a Cartagena, además del significado familiar, tuvo otras connotaciones. Fue la primera vez que tuve contacto con el mar y con la marina de guerra.  

Ese lejano recuerdo se remonta e inicia una tarde de marzo de 1953, cuando dos oficiales de la Armada llegaron en una camioneta, de color gris, a la puerta de nuestra casa, para entregar la invitación respectiva. Ya en la sala de la casa, en medio de la visita de rigor y ante mi imprudente curiosidad y acoso por su “sombrero blanco”, uno de los oficiales, colocó su gorra sobre mi cabeza y  me sentó a su lado.  También recuerdo la partida de los visitantes, porque al despedirse, me despojaron de la gorra antes de abordar la camioneta gris, sin importarles mi infantil protesta en medio de un escandaloso llanto que acompañé con gemidos y adorné con lamentos. Desde luego no recuerdo la fisonomía de los marinos y mucho menos la  identidad de tan furtivos visitantes. Son solo dos figuras..., dos sombras... que en los anaqueles apolillados de mi memoria guardan especial y preferencial lugar.                     

Días más tarde, con los abuelos paternos,  con mi madre y hermano, en el entonces aeropuerto de Techo, abordamos un avión que nos transportó, con oficiales del Ejército y de la Armada, a Cartagena para la ceremonia del bautizo. Creo que la aeronave era de la Fuerza Aérea. Volé en la cabina de mando, donde los instrumentos, el horizonte y la  actividad de los pilotos me mantuvieron embelesado y distraído durante todo el vuelo. Desde allí mis ojos vieron, también por primera vez el mar y su infinito paisaje azul. Esa mi  fugaz y estrecha visión de tan amplio y hermoso horizonte,  que aún sobrevive intacta entre mis infantiles recuerdos. 

Al siguiente día, se realizó la ceremonia de bautizo en la Base Naval. Con algunos borrones y vacíos rememoro que al llegar, en la guardia, fuimos recibidos por una comitiva de oficiales que nos llevaron a un salón  y, luego de habernos ofrecido algún refresco, nos condujeron hacia el muelle de la base, donde atracado, en medio de otros buques, que contrastaban por su tamaño, estaba surto el  ARC Mayor Mario Serpa. Allí se encontraba el que durante muchos años llamamos en familia el “barco de mi papá”. 
Una formación de marineros,  unos discursos y una  visita a bordo de la embarcación, donde mi madre, en el puente de mando colocó la fotografía de mi padre. Los actos tuvieron un significado especial por cuanto esta unidad fue la primera construida en los talleres del Departamento Técnico de la Base ARC Bolívar, bajo la dirección del ingeniero naval Capitán de Fragata Ricardo Azuero Vargas. Luego de una maniobra de distracción, me bajaron a tierra con mi hermano y  sin demora, el buque zarpó, con nuestra madre y abuelos abordo, para dar una vuelta por la bahía. No se porqué, a mi hermano y a mí, no nos llevaron al paseo inaugural, pero de lo que siempre he estado seguro, es que el involuntario grumete o marinero encargado nuestra custodia no había cumplido orden más aburridora y desagradable que la de lidiar a estos dos frustrados navegantes. A nuestro regreso a Bogotá, recibimos del
Capitán  Pizarro, Comandante de la Base,  una carta fechada el 27-05-1953, con cuatro fotografías adjuntas, donde amablemente nos informaba que en los primeros días de ese mes, el buque zarpó hacia al Río Orinoco con destino a la entonces Intendencia del Meta.

Del el capítulo "La Armada contemporánea", escrito por el Vicealmirante Eduardo Wills Olaya correspondiente al tomo IV de la "Historia de las Fuerzas Militares de Colombia", bajo el título de "Operación Orinoco", resumo lo siguiente:  Para tal efecto se organizó una expedición al mando del  Mayor IM Luís F. Millán Vargas, con el Capitán de Corbeta Jesús Valenzuela G.  y el Teniente de Navío Jaime Barrera Larrarte como segundo comandante,  que debían llevar al ARC Serpa,  ARC Lucio y ARC Gutiérrez  hasta Puerto López, en el Río Meta. El grupo zarpó con destino intermedio a la estación naval norteamericana de Chaguaramas en la isla de Trinidad. El armamento de las embarcaciones compuesto por ametralladoras Oerlikon de 20 mm y ametralladoras livianas fue transportado en bodegas, en razón a que las autoridades venezolanas objetaron que se llevaran emplazadas, pese a que el Río Orinoco es una arteria fluvial internacional. El ascenso por el Orinoco fue azaroso, debido a que se navegaba con un bongo de 900 toneladas de combustible para el consumo de las embarcaciones y era necesario remontar los rápidos del río.  Al arribar a la Comisaría del Vichada, en Puerto Carreño, se ensambló el armamento y se practicó durante veinte días un intenso entrenamiento para remontar el río Meta que, para entonces, estaba bajo el dominio guerrillero de Guadalupe Salcedo. Precisamente, al llegar a La Caicara, en territorio Venezolano, la tripulación se enteró del cambio de gobierno ocurrido en Colombia, el 13 de junio de 1953, al asumir el poder el General Gustavo Rojas Pinilla.

En el Río Meta el ARC Mayor Mario Serpa participó activamente en la desmovilización de los insurgentes cuando el General Alfredo Duarte Blum, pactó su desarme y entrega pacífica.  En una misión de rescate en 1955, abordo de la unidad una señora dio a luz una niña que fue bautizada con el nombre de María del Serpa. Posteriormente el ARC Mayor Mario Serpa estuvo navegando por los Ríos Magdalena y  Atrato, después de ser acondicionado como buque hospital o dispensario. El Buque fue desactivado en 1992. Lo vi por última vez ya en ruinas, esperando ser deshuesado y convertido en chatarra en el Canal del Dique por el sector de Pasacaballos.

QUIEN FUE EL MAYOR SERPA

En cierta ocasión que el expresidente Alfonso López Michelsen tuvo que referirse a su padre, repitió una frase de Voltaire que dice: "no hay nada más oprobioso que el elogio de los antepasados por parte de sus descendientes".  Al acogerme en todo a esa sentencia, me permito transcribir al pie de la letra, el resumen de su vida, publicado por El Tiempo (abril 22 de 1953), con motivo del bautizo del buque en cuestión; por cuanto, muchas personas vinculadas a la Armada, como el Brigadier Eduardo Uribe, saben que una unidad de la marina de guerra se llamaba Mayor Mario Serpa, pero no saben quien fue y mucho menos, la razón por la cual se bautizó con su nombre. 

 "" Dicho transporte fue echado al agua y acto seguido en sencilla pero tradicional ceremonia se le impuso su nombre en memoria de Mario Serpa, oficial del arma de caballería, ascendido póstumamente al grado de Mayor, en calidad de combatiente, por decreto 1278 del 19 de abril de 1948 y condecorado con la Cruz de Boyacá, en el grado de Comendador, por su actuación heroica el 9 de abril, fecha en la cual perdió la vida en la defensa del palacio presidencial cuando comandaba un escuadrón de tanques de guerra.  Debido a su alto sentido humanitario y a su bondad sin límites, que no le permitían disparar sobre la multitud enfurecida, que en aquellos momentos se abalanzaba sobre palacio, el bravo oficial sin tener para nada en cuenta el riesgo que corría, salió del tanque que marchaba a la cabeza de sus tropas y trató de contener a los revoltosos con razones y no con la fuerza bruta de las ametralladoras y cañones que estaban provistos los tanques a su mando. En aquel momento la generosa acción del capitán Serpa fue pagada con tres disparos que le hicieron por la espalda. A la misma hora, en la "Clínica de la Magdalena", la joven esposa del héroe daba a luz al segundo de sus hijos y en esta forma la dama casi niña, sufría los dolores naturales de su estado a tiempo que sentía su alma desgarrada por la irreparable pérdida de su compañero, el gallardo capitán ""  

Solo me resta agregar que el 9 de abril de 1948, después del medio día, un oficial del Ejército de Colombia se despidió de su pequeño hijo. Esa despedida calentó mi mejilla por un instante, pero me dejó triste y frío el corazón para toda la vida.