Informativo virtual para integrar la familia naval colombiana
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Nº 107
Junio /
2009
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Unidos por el mar
y exhaustos por el último
poste
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Dos niños vecinos, Kico y Pacho,
de cuatro y cinco años, respectivamente, juegan frente a sus casas de un barrio
de la llamada clase media de una ciudad, donde un dÃa matan tres, y en el otro también.
Sin contar a los secuestrados. Kico es el que siempre toma la iniciativa de lo se juega y de lo que se hace.
Pacho, ya acostumbrado, respeta; porque un año de experiencia de lo vivido, significa
mucho en la vida de los niños. En esta oportunidad, de una mañana de sábado decembrino, juegan las dos criaturas
con el avión de plástico que el tÃo Tano le regaló a Pacho de navidad. Kico toma
el juguete en sus manos, lo analiza con detenimiento y sugiere con una seguridad
de derrotero imperial, de la flota naval más grande jamás vista por la humanidad
entera y sus alrededores.
"Pacho," dice "mejor lo hacemos barco. Yo sé cómo se hacen, mi abuelo me enseñó,
¿vale?"
"¡Bueno!" contesta Pacho con entusiasmo inocente, y le pasa una
piedra que le ha señalado su amigo y en segundos, el avión queda convertido en trozos
diminutos de color rojo encendido, pero dividido.
Kico trata de unir los pedazos con barro, sin que logre su cometido en el astillero
de la nada. No hay forma que, la lÃnea de crujÃa, aquella que debe atravesar la
popa y la proa, pase por las cuadernas sin pena ni gloria. Pacho, cual vigÃa de
sotavento, está atento a la maniobra de anclaje de las piezas que han de conformar
la nave soñada, la misma que ha de surcar por los siete mares, y treinta y tres
ciénagas de lodo con aroma de salitre, y en el charco de la esquina. Aquella debe
ser la mampara, esa la cubierta, pásame aquella, porque esa no sirve, no ves que
debe tener velas para que el viento la empuje por estribor, ¿No te das cuenta?.
Son estas voces los sonidos que llegan al apostadero de la marina en medio de la
acera de la casa de Pacho, como si fueran vientos marinos, los que sumados a los
gritos del contramaestre, dan vida a la frase de la poetisa Meyra del Mar: "De
tanto quererte, mar, mi corazón se ha vuelto marinero" Recuerda el Comodoro, quien
con el parche en el ojo derecho imparte órdenes a babor, y las gaviotas en los mástiles,
por puro respeto no más, alzan vuelo, pero para cambiar de palo. La marinerÃa, a
bordo de un bajel, espera cuchillos en boca la señal de abordaje. ¡Sandokán, Sandokán!
Pirata de gran valor. Bucaneros sin patria. ¡Oh! Tigre de Malasia, ven a nuestras
almas, ven, no tardes tanto, que los que vamos a morir, no queremos. Pacho, se prepara para comunicar que están a la deriva escorados a estribor y
concluye como ingeniero naval de millares de millas náuticas trazadas no más:
"Es plástico quebradizo," advierte, y su segundo a bordo, osa decir:
"Capitán, creo que usted no va poder armar una nao, ni nada que se parezca a
una nave.
"¡Guardiamarina Pacho! ¿Cómo se atreve a dudar de un lobo de mar como lo soy yo?
¡respete!, nunca llegará a primer oficial si sigue de incrédulo; páseme más bien
ese palo de paleta para que sirva de timón y la tapa de esa cerveza, de propela
y deje de llorar que usted no es una mujercita."
En plena tormenta, cuando el trinquete no queda en la proa, el contrafoque recibe
ayuda de la gavia mayor y Kico ordena arriar y zarpar después de levar anclas; pero
la marinerÃa se ha amotinado y llorando a moco henchido, en un coro de lamento náufrago,
Neptuno apenas mira de soslayo desde las abisales oscuridades al escuchar la intrepidez
de volver realidad los sueños.
"Dañaste mi avión!" llora desgarrado en su dolor el propietario de la nave voladora
que no estaba asegurada por nada del atrevido mundo infantil. Pero el astuto capitán,
sacó su brújula, la sobrepuso encima de una rosa marchita, se persignó, y ha dicho
las mismas palabras mágicas con las que Colón calmó a la tripulación aquella noche
de inquietos luceros y mar enrarecido al ver sus carabelas a la deriva de un desconocido
lugar salpicado de islas.
"¡Los hombres no lloran!, Pacho."
"¡Yo no estoy llorando, es que tengo rabia!"
"Cierra la boca, para que veas que no puedes llorar" dÃjole Kico sin verle los
mocos que le salen en solidaridad a unirse con las lágrimas que profusamente invaden
el bello rostro del menor. El suspiro entrecortado, cesó; porque no hay cosa más
segura en la vida de los navegantes que se salvan; pues es muy cierto, que después
de la tormenta viene la calma. Y como una balsa salvadora, el capitán ordenó a la
tripulación abandonar el barco y al quedar solo, dijo sobre la cubierta y frente
al timón, como si fuera el almirante eunuco de la armada China, y a todo pulmón:
"¡Sálvese quien pueda! Y vas a ver que mi abuelo si lo arma" aseguró Kico, mientras
recogÃa los pedazos de avión y partió rumbo a un buen puerto: la habitación del
abuelo; con los planos en su cabeza intrépida.
A los cinco minutos de haber pasado el incidente naval, Kico, cual náufrago a
salvo, está en la ventana de la habitación de su madre, la que da a la calle y desde
allà mira, como si estuviera en el faro de AlejandrÃa, precisamente, a la casa de
Pacho que está al frente. Observa los pedazos diminutos del avión siniestrado esparcidos
en varios kilómetros a la redonda; en ese instante, comienza un acontecimiento que
no se le borrarÃa de la mente nunca en su vida. La mamá de Pacho sale a la calle
y desde allà grita con inmensa dulzura mÃstica:
"¡Pórtense bien, que yo voy a rezar por ustedes a San Ambrosio!" les dice a
Pacho y a su pequeña hermana menor Palita, y estos contestan desde adentro con la
ternura que perdura en la mente de los que los conocieron.
Kico, desde la ventana donde se encuentra, ve a Pacho y Palita jugar con un cirio,
y con la imagen enmarcada en un cuadro de vidrio de un santo, en una habitación
que da a la calle.
Ese, es su puesto preferido; desde ahÃ, como un vigÃa imaginario, catalejo en
mano, Kico permanece mucho tiempo explorando el horizonte; porque además de mirar
cuanto pasa y relatar con una imaginación que ya no sorprende a su madre, la costurera,
que está a un lado pegada a su máquina de coser, se acompañan.
"Mami, hoy no han pasado las carrozas de los enanos de Gulliver" le dice Kico
a la costurera que no ve nunca hacia la calle para no distraerse en sus quehaceres.
A veces, para estar a tono con su pequeño y único tesoro, emite una entonación gutural
amorosa en respuesta vaga y afirmativa. Kico, entonces, como siempre, continúa dando
riendo a suelta a su imaginación.
Pacho y Palita se meten debajo de la cama con el cirio encendido. "Mami, las llamas
prenden el cubre lecho, yo los estoy viendo, mami". Los angelitos revolotean en medio
del humo.
Kico insiste, pero la mamá no le cree, pero como le huele a quemado, le dice:
"Ve, y pregúntale a la abuela si tiene algo en el fogón, que huele a quemado."
"¡Abuela! Mandó a decir mi mamá que si no tiene nada en el fogón, que huele a
quemado."
"¡Le he dicho que no entre asà cuando estoy rezando! ¡ArrodÃllese! Rece conmigo."
"A mi abuelo no le gusta."
"¡ArrodÃllese!"
"A mi mamá tampoco."
"¡Pero a mà sÃ, niño!"
"Tengo que hacer las tareas de la escuela, abuela."
Entonces váyase y no me moleste, que el que se va a quemar en los infiernos es
usted."
Cuando va llegando Kico a la habitación de su querida madre, se escucha el canto
de la sirena que ha llegado encima de una máquina de bomberos, como el mascarón
de proa pidiendo auxilio. La madre se asoma, y la columna de humo no le permite
ver nada. Las campanas repican en la ermita de San Ambrosio, y parece que las de
los bomberos contestaran. "Aquà estamos, ya llegamos, no nos demoramos". Salen a
la calle, abuela, abuelo, madre e hijo, y ya es muy tarde. Los niños mueren incinerados.
La madre termina su existencia en un hospital siquiátrico diciendo: "Se quemaron
mis angelitos"
Es asà que hoy agradezco al todo poderoso por brindarme la oportunidad de estar con ustedes recordando todos los momentos inolvidables vividos desde la Escuela Naval, momentos que sin duda nos formaron como hombres de bien prestos a realizar sueños con el linaje de hombres de mar, fieles a la patria y al hogar. No quiero terminar sin antes recordar a aquellos cadetes que nos acompañaron por esos dÃas y que por designios de Dios ya cerraron su tula, ellos son: DarÃo Abril Gutiérrez, José Augusto Matallana RodrÃguez, José David Gómez Gómez, LuÃs Gutiérrez Calderón, Jorge Alvarado Baquero, LuÃs Eduardo Castañeda Yépez, Jorge Santos Delgado, Armando RamÃrez Cabrales, (Rodrigo Villarreal Lozano) Jesús Alejandro Cortés Rincón, y muestras recordadas amigas Judy de Cáceres y la Tata de Ochoa
En este momento con el talego marinero abierto recibimos el abrazo del compañero, el beso de la compañera, la lagrima del ausente y el recuerdo de aquellos dÃas.
40 AÑOS DE EGRESADOS
Por: CN Ricardo Alvarado Reyes
(1ª parte)
Cadetes del 39, 03 de IM. y 39A. Sean todos Bienvenidos. Esta es su casa.
RECONOCIMIENTO A LA ESCUELA NAVAL
Luego de 40 años de egresados de nuestra Alma Mater, hoy destacada Escuela Naval y estando aquà presentes, se impone recordar de manera sucinta, sus orÃgenes, para entender mejor su evolución hasta nuestros dÃas.
El Presidente Rafael Reyes, notable Boyacense, gran visionario de los intereses marÃtimos y fluviales de la nación, fundó la primera Escuela Naval, el 6 de julio de 1907, después de casi un siglo de ausencia Colombiana en sus propios mares. Inició labores la Escuela de Reyes, a bordo del buque Escuela MarroquÃn, mas tarde a bordo del Buque Próspero Pinzón y luego en el vetusto edificio de la Universidad de Cartagena. Fue su primer Director, de 1907 a 1910, el Chileno Teniente de NavÃo Alberto Asmussen, con marcada inspiración Prusiana.
Infortunadamente la naciente Escuela apenas funcionó durante poco más de 2 años, por cuanto el 28 de diciembre de 1909, mediante decreto, el Presidente Ramón González Valencia, sucesor de Reyes, le puso fin en inexplicable acto de ceguera, para un paÃs con dos extensos mares, esquina estratégica del continente Suramericano. El 13 de febrero de 1910, tan solo 8 Guardiamarinas se graduaron, en esta primera Escuela.
Años más tarde, como una de las consecuencias inmediatas del conflicto Colombo-Peruano en 1933, y del resurgimiento de la Armada Nacional por aquella época, en una decisión, esta vez afortunada para los intereses marÃtimos del paÃs, el Presidente Alfonso López Pumarejo, el 13 de Abril de 1935 abrió las puertas de la nueva Escuela Naval, la cual el 3 de junio del mismo año, reinició labores. Desde entonces ha venido funcionando ininterrumpidamente. Su primer Director fue el distinguido marino RALPH DOUGLAS BINNEY, Capitán de NavÃo de la Real Armada Británica y miembro de la Misión Naval Inglesa, presidida por el también oficial Británico Contralmirante Basil Owen Bell-Salter, de grata recordación.
Estos curtidos Oficiales, formados dentro de las normas más estrictas de su marina, con paciencia de franciscanos y con tesón digno de verdaderos lÃderes, infundieron a los cadetes de aquella época, conceptos y fundamentos tales como: La Conciencia MarÃtima, las cualidades esenciales de un buen Oficial Naval, la caballerosidad, ser un avezado marino, el código de conducta para conducir hombres bajo su mando y en él, por sobre todo, el honor.
La Escuela funcionó en sus dÃas inÃciales, a bordo del Buque ARC Cúcuta, hasta el año 1941, cuando pudo disponer de instalaciones propias, en el edificio donde hoy funciona, el Batallón de Seguridad de InfanterÃa de Marina.
La nueva Escuela, el 11 de Noviembre de 1938, graduó sus primeros 25 guardiamarinas y el 3 de julio de 1958 sus primeros 8 alféreces. Desde entonces, la Escuela forma y prepara oficiales navales y del Cuerpo de InfanterÃa de Marina, en sus diversas especialidades, dentro de las más severas disciplinas morales, fÃsicas y académicas, que han constituido sin lugar a dudas, la fibra espiritual de una brillante tradición marinera.
En 1939 el mundo volvió a hervir por la guerra Europea. El personal de la Misión Inglesa se reincorporo a su marina. La Armada Colombiana era muy joven, para soltarla de la mano de un momento a otro y el Gobierno contrato entonces, la Misión Naval de los Estados Unidos, para que siguiera asesorando al personal Colombiano. La presencia de esta Misión fue de gran utilidad para el mejoramiento y progreso de la naciente Armada y sigue siéndolo hasta la fecha.
De las instalaciones del hoy Batallón de seguridad, el 27 de marzo de 1961, se traslado la Escuela finalmente a Manzanillo, a los modernos edificios diseñados especialmente para su funcionamiento, pero con las enormes dificultades de unas instalaciones a medio terminar, levantadas en una especie de desierto con caracolejo, que con el tiempo, poco a poco fueron tomando forma y vida. Los amplios terrenos de la isla, han permitido adelantar las construcciones necesarias, acometidas para su cabal desarrollo.
El 12 de Abril de 1961, en ceremonia especial, presidida por su Director el Capitán de NavÃo Orlando Lemaitre Torres, se izó por primera vez el pabellón Nacional, en el mástil de las actuales instalaciones, de esta nueva y promisoria Escuela Naval.
Todo lo anterior, lo hemos querido traer a colación, para recordar las innumerables dificultades de la Escuela Naval en sus inicios, pero también, para destacar la presencia trascendental de una de las mayores tradiciones marineras del mundo, como es la poderosa Real Marina Británica y las enseñanzas y experiencias transmitidas por la experimentada Misión Naval de los Estados Unidos, que nos ungieron para siempre, con un gran afecto por el Mar y con la distinción y el profesionalismo que han caracterizado desde entonces, al Marino Colombiano.
El distinguido grupo de Hombres de Mar hoy aquà presentes, ingreso en Enero de 1965, tan solo cuatro años después, del traslado definitivo de la Escuela a esta isla. Por esa razón, nos correspondió vivir y acompañar con voluntad y entusiasmo indescriptibles, su consolidación. Para tener una idea de lo que faltaba, a continuación se nombran las obras que poco a poco se fueron construyendo: Las primeras canchas para deportes y entrenamiento fÃsico, el planetario, la piscina, la Biblioteca, las aulas especializadas, el polÃgono de armas cortas, la cancha de fútbol con su complejo atlético. la consolidación del barrio de casas fiscales de Manzanillo, la construcción del CIOH, y entre otras actividades, la conquista a machete limpio de las ruinas del fuerte de Manzanillo, El Castillo, donde hoy se encuentra la Casa de Huéspedes ilustres de la Presidencia de la República. El dÃa 12 de octubre de cada año, ejecutamos la operación Cristóbal Colon, después llamada operación Oasis, sembrando cientos de árboles, que hoy ya maduros y esplendidos, embellecen los prados y calles de la Escuela Naval. Por la época, practicamos, también, incansablemente, la célebre operación ARC, "A recoger caracolejo".
Al retornar y contemplar esta impecable Escuela Naval, nos sentimos agradecidos con la vida, con el PaÃs, y con la Marina Colombiana, por habernos dado la oportunidad de contribuir con nuestro grano de arena, en su desarrollo.
Honremos hoy el recuerdo de los oficiales de planta y de los profesores de la época, a quienes debemos la formación militar y académica como oficiales navales, siendo ésta la feliz ocasión, para presentarles un saludo emocionado, muy especial, de gratitud y reconocimiento, por todo lo que hicieron en pro de nuestra formación como hombres de bien, con un gran espÃritu marinero y profesionales altamente capacitados.
También, es justo mencionar y reconocer , la influencia muy especial, que tuvieron sobre nuestro grupo, personajes como el Señor Almirante Guillermo Erazo Annexy Director de la Escuela Naval de la época, con su caballerosidad e impecable porte marinero; el Comandante del Batallón de Cadetes, Capitán de NavÃo Enrique Román Basurto con su ejemplar don de mando, prusianismo y reciedumbre; el Capitán de Corbeta Hernán RamÃrez Yusti, Jefe de Estudios, quien con su brillante formación profesional, fue garantÃa para contar con el mejor nivel académico en nuestra formación; el profesor Sanandresano Mr. May, con su elegancia y destacado orgullo de ser un avezado marino; El profesor Húngaro Getza Denesfai que nos enseñó a querer sin lÃmites a la Escuela Naval y a trabajar sin descanso en su desarrollo y embellecimiento; El Profesor Guillen de TrigonometrÃa Esférica con su vitalidad y sabidurÃa; los profesores Polo, Flórez, Cobo, Avella y Madam Munier, entre otros, con el dominio de sus especialidades y el alto grado de exigencia.
En esta hermosa Isla, moldearon la formación que traÃamos de nuestros hogares, nos enseñaron principios vitales, que comenzaron a hacer brotar el espÃritu y el misticismo navales. Principios materializados en normas de conducta y comportamiento, tales como: la honradez, la veracidad, la lealtad, la franqueza , la entereza de carácter, la disciplina, la justicia, el compañerismo, la dignidad, el profesionalismo, el honor, el orden, la puntualidad, la subordinación, el espÃritu de sacrificio, el porte naval, la fortaleza fÃsica, el valor, la ética y el liderazgo.
Cuánto le debemos a esta nuestra Escuela Naval! En ella recibimos la mejor formación, orientada a crear un Oficial Naval, con las más altas calidades. Aquà aprendimos y fortalecimos grandes amores: a la Patria, a la Mar y a la Mujer.
Y como si fuera poco, el 17 de mayo de 1963, ocurrió un hecho de trascendental importancia, el reconocimiento y aprobación por parte de la Asociación Colombiana de Universidades, de los tÃtulos de Ingeniero Naval otorgados por el Instituto. Más tarde en 1968 se estableció la facultad de OceanografÃa FÃsica y en 1970 se aprobó su programa. En 1977 el ICFES reconoció el titulo de Administrador MarÃtimo y finalmente en 1977, el Ministerio de Educación, aprobó el carácter Universitario de la Escuela Naval. Largo proceso que tomo prácticamente 22 años. Más tarde en 1982, se inicio el programa de IngenierÃa de Construcciones y en 1995 se inicio el programa de ciencias de la Administración. De estos programas Universitarios todos nos beneficiamos, siendo la mayorÃa, también egresados de la Escuela Naval, no solo como Oficiales Navales, sino con tÃtulos Universitarios en las disciplinas mencionadas anteriormente.
También, fuimos imbuidos aquà de una añeja mÃstica marinera, a través de hermosos himnos, canciones y oraciones, que en nuestra cotidiana vida de cadetes entonamos y rezamos, con marcialidad, emoción y fervor. Como no recordar hoy: El himno de la Armada, El himno del cadete, El himno del recluta, La plegaria del Marino, La oración Patria, El himno del Gloria, Ni se compra ni se vende, Lily Marlen, John Brown, Atraca chinchorro y vuelve a atracar, Mazatlán, El Juan Sebastián el Cano, El submarino amarillo, La Santa Catalina, el Puente sobre el RÃo Kway, Los maderos de San Juan, etc.
Aquà en nuestra Alma Mater, vivimos años de nuestra juventud, sin lugar a dudas, los más significativos en nuestra formación de hombres de mar. Les estoy haciendo ahora, una invitación a recorrerla juntos, recordando actividades, olores, lugares, costumbres y comunes presencias, que nos acompañaron, y que fueron testigos de excepción, de situaciones tristes y momentos felices los mas, con la pasión y la intensidad de los jóvenes años, en esta ya, histórica singladura. Mencionemos rápidamente actividades como:
El alza arriba y la formación de recogida
La planchada de ropa con dos PISOS
La recogida Tesa y la toallera
Las rutinas disciplinarias
Los castigados en la formación de recogida
El cadete de rancho e imaginaria
Las salidas en balleneras a remo y a vela, a Tierra bomba, y al Caribe. (En las cuales iniciamos el dominio de las artes marineras y otras cosas).
Las vueltas al polÃgono con silla
La vuelta a la isla a las cinco de la mañana
La legendaria vuelta al último poste
Los ruidosos ensayos de la banda de guerra
Los ensayos de los coros
Las franquicias de los fines de semana y los miércoles
La recogida de colillas después del cine en el coliseo
La revista para salir franco
El pago mensual de 30 pesos recibidos en la gorra
Las clases de esgrima, con el Maestro Húngaro Isban Egedus: Deporte de caballeros
Los desfiles militares en Bogotá y en el extranjero
El plantón en la inauguración del Departamento de Sucre, en Sincelejo
La compra de chocolatinas en la peluquerÃa de Plinio
La compra de bocadillos en el aula de proyecciones
Las maniobras de atraque en el muelle de embarcaciones menores a bordo del RENATO BELUCHE, con CACHIFO.
Nuestro primer crucero a Boca chica a bordo del RENATO BELUCHE
La preparación y presentación en el Coliseo de la obra teatral "El billete de la loterÃa"
Las actividades en la revista Corredera
El servicio de sacristán y cadete de capilla
El servicio de cadete de aula
Los entrenamientos del equipo de natación en el Hotel Caribe y del equipo de baloncesto en la Base Naval
El orden cerrado en el alistamiento para desfiles
El orden abierto: Conquista al Cerro de La Popa
El baño en la Escuela, después del crucero a bordo del ARC BRION
El baño en la Escuela Militar de Cadetes
El primer crucero de entrenamiento a Santa Marta y San Andrés en el ARC BRION
El crucero a Panamá, Ecuador y Perú, en noviembre de 1965, a bordo de los buques ARC 20 de Julio y ARC Antioquia, donde atravesamos por primera vez la lÃnea ecuatorial, con gran celebración a la usanza de la antigua orden de las profundidades del Rey Neptuno.
La misa los domingos en la Capilla
Las divisiones
Los anuncios por el megáfono, de Elsa
Las primeras proyecciones de la cúpula celeste en el planetario
El servicio de rutinas, etc.
SITIOS O LUGARES COMUNES QUE FUERON ENTONCES Y QUE HOY NOS RESULTAN ENTRAÑABLES, COMO:
La lavanderÃa
El pañol de botes
El polÃgono de armas largas
El armerillo
El pañol de ropa
Los calabozos pegados a la panaderÃa, de ingrata recordación
El pañol de deportes de BOXER
El almacén de suministros
La piscina
Los quioscos, El oasis
Las ruinas del fuerte de manzanillo
El barrio manzanillo
Avianca
La guardia interna
Los camarotes de guardiamarinas
Las aulas
El edificio de ranchos
La cámara de cadetes
El edificio de oficinas
El comedor de cadetes
El coliseo
La enfermerÃa, del enfermero Pinto
La cocina de Baila Bien, etc.
Lugares todos de grata recordación, y casi todos a nuestro pesar, sin aire acondicionado.
COSTUMBRES Y TRADICIONES NUESTRAS FUERON:
Los terribles cocteles en el comedor de cadetes
La anhelada ración de gloria con coca cola o cola Román
La deliciosa arepa de huevo de la vieja Concha
El terrible Ragú y el fortificante peto
El inefable refrigero con vuelta al último poste
Las escapadas en la Lulú, a no sé dónde.
Las clases y exámenes después de haber volteado
La presentación a relación por mal o buen servicio
El permanente y tedioso servicio de guardia
Los alumnos distinguidos sin guardia y salida los miércoles
La queridura de los cadetes antiguos: Trujillo BerbecÃ, Ciro Ã?lvarez, Puyo, Oviedo, Negro GarcÃa, Correa LuÃs Jaime, Bernal, etc., etc. Para no deprimirnos.
La compra de pudines en el portal de los dulces
El cobro de los giros y el abundante arroz con pollo del Restaurante el Polo
Las rumbas en la discoteca Sorba el Griego
La banana Split del Hotel Flamingo
Y Otras muchas costumbres, que por ahora no conviene mencionar.
Por todos estos vericuetos, usanzas y tradiciones terminamos moviéndonos como peces en el agua, para alcanzar finalmente la tan anhelada meta,
de ser Oficiales de la gloriosa Armada de Colombia.
Nunca fue cosa fácil ser Oficial Naval, pero vaya que lo logramos, y servimos asà a la patria en sus mares y en sus rÃos, siguiendo, de un lado, el postulado impreso en el manual del cadete ´´ la profesión del oficial naval es el mando y su razón de ser el mar´´ y de otro, el del Infante de Marina ´´ La voluntad todo lo supera ´´.
Nuevamente, gracias, muchas gracias por todo, Escuela Naval.
(La segunda parte se publicará en el próximo número)
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ZAFARRANCHO
GRAFICO
40 AÑOS DE LOS GLORIOSOS 39- 39A y 03 IM
Imágenes de los diferentes actos realizados con motivo
del 40 aniversario de los
contingentes 39-39A y 03 IM. Es importante destacar la
exitosa organización de los eventos a cargo del Conti
Chepe Calderón Zambrano. Cyber-corredera felicita a los integrantes de los tres
contingentes y esperamos que celebren el Nº 400.
DEL CONTI ENRIQUE VILLARREAL HERRERA
Aquà les envÃo una foto donde estamos Adriana y yo en Islas del Rosario
MATRIMONIO SERPA - DAURY
En la ciudad de Baltimore -Maryland-, el pasado 20 de junio contrajeron
matrimonio el Arquitecto MS Jorge Andrés Serpa Puyana y Morgane
Leigh Daury.
Jorge Andrés es hijo de Jorge Serpa Erazo / 38-082 y Beatriz
Puyana y
Morgane de Lionel Y Patrice Daury
CYBER-FELICITACIONES
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