Unidos por el mar y exhaustos por el último poste |
No 52 Septiembre / 2004 |
Informativo virtual para integrar la familia naval colombiana |
Cómo fueron sus primeros años y cual su primer contacto con la Armada Nacional?
Yo nací el 20 de agosto de 1921, en Pamplona; estudié en el famoso Colegio San Tarsicio hasta tercero de primaria. Años más tarde con mi familia me trasladé a Bogotá y un día de 1932, que transitaba por una calle capitalina, quedé gratamente impresionado cuando conocí unos marineros del destructor “MC Antioquia”. Esto de inmediato, me motivó a ingresar a la entonces Escuela de Grumetes que funcionaba a bordo del “MC Cúcuta”.
Cómo fue su experiencia en la Escuela de Grumetes?
Mi vida de grumete en esos años era muy dura. Luego del entrenamiento en el “MC Cúcuta”, fui fogonero del destructor “MC Caldas”, que fue adquirido con el “MC Antioquia”, en el gobierno de Olaya Herrera en 1933, cuando la guerra con el Perú. Las incomodidades de estos buques eran muchas: calor insoportable en los ranchos; el ruido de las máquinas y calderas inaguantable; no había duchas, solo nos suministraban un balde de agua al día, para bañarnos sobre cubierta. El agua era controlada y racionada porque la traían de Jamaica. Los tripulantes de los destructores que eran todos ingleses no gustaban del agua de Cartagena porque suponían estaba contaminada. La rutina era igual a la de ahora, con las tres guardias de 4 horas, pero las reglas permanentes eran disciplina, aseo y orden.
Toda la tripulación, oficiales, suboficiales y marinería de los destructores eran ingleses?
- Sí, toda la tripulación de los destructores era inglesa, oficiales y marinería; los colombianos fuimos entrando a la Armada poco a poco. En este punto yo quiero destacar a los dos primeros oficiales navales colombianos, Eduardo y Carlos Fallon, que eran colombianos pero se nacionalizaron como ciudadanos americanos. Su padre era Cónsul de Colombia en New Orleáns. Ellos realmente fueron los primeros oficiales colombianos de la marina colombiana, valga la redundancia. Los dos hermanos estuvieron simultáneamente en el “MC Mariscal Sucre”; Carlos, el más antiguo, Comandante y Eduardo como segundo. En 1941, cuando Estados Unidos entró a la Segunda Guerra Mundial, ellos se vincularon a la armada americana.
Comentan que usted de marinero era buena “manga”
- De joven se tienen muchas aventuras, amores y peleas. Pero me acuerdo con la nitidez que dan los años, que el 31 de diciembre de 1937, me enfrenté con 4 tipos en un bar. cerca de los muelles de Cartagena, y los saqué corriendo.
Cómo fue su ingreso a la Escuela Naval y cuáles sus compañeros?
- En 1940 siendo maquinista cuarto, me retiré la Armada para alistarme como marino en alguna de las armadas de los países que estaban peleando en la Segunda Guerra Mundial. Compré un pasaje para ir a Panamá, pero la despedida en Cartagena fue larga, me emborraché con unos amigos y me dejó el buque. En medio del guayabo, me encontré con el famoso profesor de matemáticas Rafael Carmona, quien, para consolarme, me sugirió entrar a la Escuela Naval de Cadetes y él me sirvió de “palanca”. Entonces ingresé como integrante del “glorioso” contingente “dos” y me correspondió el número 02-066. Entre los reclutas de mi curso y cadetes más antiguos recuerdo a Forero González Darío, González Jaramillo Darío, Hoyos Jaramillo Hernán, Maldonado Gamarra Pedro, Ochoa Saldarriaga Alfonso, Otoya Arboleda Alfonso, Posse Villabona Heriberto, Rodríguez Zamora Luís C., Saavedra Alfonso, Salcedo Cortés Mario, Taua Suárez Jorge, Valenzuela Jesús, Amézquita Plata Leonidas, Castañeda González Eduardo, Casteblanco Jaime, Flórez Acuña Guillermo, Morales Figueroa Rafael, Perico Valderrama Aurelio y Romero Ballestas Francisco, entre otros
Y sobre su vida de cadete?
De cadete navegué en los cañoneros “MC Pichincha”, “MC Carabobo”, “MC Junín” y “MC Mariscal Sucre”. Llegué a ser Brigadier Mayor de Batallón a los dos años de haber ingresado. Era muy bueno para las matemáticas. En el primer año me fue “regular”, porque ocupé el segundo puesto; pero en el segundo, tercero y cuarto año, ocupé el primer puesto. Para mí realmente fue muy difícil la vida de cadete; para superarme y progresar, me levantaba dos horas antes del “alza arriba” con el fin de estudiar matemáticas y otras materias. Al final, nos graduamos ocho guardiamarinas el 2 de noviembre de 1943, siendo director de la Escuela Naval el entonces Teniente de Navío Juan A. Pizarro García.
Hasta que año los buques de la Armada tenían de prefijo las iniciales MC?
En 1947 el Contralmirante Baquero cambió las iniciales “MC” que significaban Marina Colombiana por “ARC”.
En su contingente casi todos tenían apodos usted se acuerda de algunos?
Claro, me acuerdo de “Lilo” Amézquita, de “Lalo” Castañeda, del “Pelao” Casteblanco, de “Florito” Flórez, del “Sordo” Morales y de “Pachín” Romero. El “Buho Cabrera que también era compañero murió de una enfermedad en 1943.
Y, cuál era su sobrenombre?
- Me decían “Jairo"
Cuéntenos sobre su famosa travesía desde Puerto Leguízamo a Cartagena en la “MC Antares” en 1946?
- Empecemos por el principio, la “MC Antares” la construimos en Puerto Leguízamo en tan solo tres meses, con pura madera. Todos los que estábamos allí éramos solteros, solo había energía eléctrica de las 18:00 a las 21:00 horas y los que nos ayudaron a construirla trabajaron gratis. Yo podría afirmar que con la construcción del “MC Antares”, la ingeniería naval colombiana nació en Puerto Leguízamo.
La travesía de Puerto Leguízamo a Cartagena, duró 103 días. Zarpamos cuatro tripulantes Arturo Echeverry, oficial de Infantería de Marina, Agustín Smith, un asistente de apellido Cagua y yo. En Belén de Pará, Agustín Smith tuvo que retirarse por enfermedad, entonces seguimos los tres restantes (Arturo Echeverry era hermano de Gilberto Echeverry, quien fue Ministro de Defensa de Samper; secuestrado y asesinado el año pasado en Antioquia cuando un comando del Ejército pensaba liberarlo). Zarpamos el 19 de mayo de 1946 y atracamos en Cartagena el 3 de septiembre del mismo año.
Cuando arribamos a Venezuela, llegamos en condiciones lamentables pues llevábamos 38 días sin bañarnos, estábamos mal comidos y mal dormidos. No nos recibieron ni el Embajador, ni el Cónsul, pero afortunadamente, nos encontramos con Cristóbal Restrepo, un amigo colombiano quien nos ayudó en tan difícil trance.
Como no teníamos documentos un funcionario de la aduana venezolana empezó a investigarnos y a seguirnos. Entonces fue donde el Director de la Escuela Naval para informarle que había “tres forajidos indocumentados”. El Director era el “Che” Hernández, un apreciado amigo quien le dijo al funcionario de la aduana que, esos “forajidos indocumentados”, eran realmente marinos colombianos y entre ellos estaba su amigo el Teniente Jaime Parra.
Dicen que Arturo Echeverry era un oficial muy simpático?
-Efectivamente, Arturo Echeverry era simpático y muy querido. Como anécdota, le cuento que un día lo fui a visitar a su casa en Medellín. Estaba enfermo, pero mantuvo el buen humor. Para hacerle un cumplido, le dije que tenía unos zapatos muy bonitos, entonces, sin mediar palabra se los quitó, le dijo a su esposa que trajera una bolsa, los empacó y me los dio.
Qué otras anécdotas de esa época recuerda?
-Hay una muy graciosa que tiene connotaciones internacionales. En 1945 hubo un incidente con el Brasil, cuando al cañonero “MC Cartagena”, al mando del Teniente de Navío Luís M. Riveira Avendaño, colisionó en la desembocadura del río Putumayo con el buque mercante brasilero “Ajudante”, pereciendo 45 personas, entre ellas el Obispo de Tonantins. Para arreglar el problema con el vecino país, enviaron al Capitán de Navío Valenzuela, quien propuso la siguiente solución: “Colombia reponía el buque hundido, les enviaba un obispo y les encimaba 4 curas con 20 monjas”. Es importante anotar que el “MC Cartagena” fue exonerado por una comisión binacional, debido a que el teniente Riveira cumplió al pie de la letra con el reglamento internacional.
Otra anécdota ocurrió cuando estábamos en Hawai, entrenando para ir a Corea. El comandante de la fragata “ARC Padilla” era, mi paisano, el capitán Reyes Canal, que siempre ha sido muy estricto. Un día nos llamó la tención porque después de los entrenamientos nos íbamos de rumba a tomar trago. Al final de su reconvención le preguntó al Teniente de Navío Néstor Ospina (héroe del combate de Guepí en la guerra con el Perú y oficial de administración). ¿Qué haría usted si hay un ataque de aviones enemigos? Ospina respondió – mandaría una señal diciendo ¡marica el último!- Todos soltaron la risa incluido el Capitán Reyes Canal.
Cómo les fue a los marinos colombianos en la Guerra de Corea?
- Los marinos colombianos cumplimos con nuestra misión y tuvimos reconocimiento internacional. Sobre la participación de la fragata "ARC Padilla" en Corea, se han escrito muchas páginas, especialmente, el Capitán Reyes Canal, ha escrito varios libros al respecto. Pero yo quiero destacar el éxito que tuvo entre las mujeres, el entonces Teniente de Navío Oscar Herrera Rebolledo, primer oficial de la unidad. La famosa actriz Doris Day se enamoró perdidamente de Oscar, quien se le tenía que esconder.
Cuando llegamos en mayo de 1951, a la bahía de Sasebo, para vincularnos con otros 231 buques e integrar la Fuerza de Tarea 95, a órdenes del Contralmirante Allan Smith, hubo unos días de descanso para visitar los sitios de interés y los cultivos de perlas. Con el Teniente Herrera Rebolledo fuimos a una casa de geishas, allí le preguntaron qué geisha le gustaba y él señaló a una hermosa oriental que estaba compartiendo con otro tipo. Herrera le mandó un trago y se la quitó.
Además de estas virtudes de “Don Juan”, Oscar Herrera era un virtuoso pianista, compró un piano en Long Beach, antes de zarpar a Corea, lo ubicó en cámara de oficiales de la Fragata y lo inauguró en la navidad de 1950.
De cuales buques fue comandante?
-Fui comandante de 9 buques, a saber, de las fragatas Tono, Brión y Padilla; de los destructores Antioquia “viejo” y Cartagena; del remolcador Bogotá, del Antares y del destructor sueco ARC 20 de Julio.
Qué recuerdos tiene de sus épocas de CFNA?
-Realmente una de las cosas que más me afectó como marino fue el encallamiento de la fragata “ARC Almirante Padilla”, cuando era comandante de la Fuerza Naval del Atlántico. Ocurrió el 28 de mayo de 1964, en el momento que el buque se aproximaba a San Andrés, por error de navegación, se encalló en los arrecifes de “Midle Cay”, Cayo Bolívar. Su comandante CC Mario Sierra Zornosa, al ordenar marcha atrás, el casco se rasgó y se inundaron los cuartos de máquinas, calderas y todo lo que estaba en la cubierta baja de la unidad.
Doce días después de tratar infructuosamente de salvar la "ARC Padilla", que era entonces el buque insignia de nuestra Armada, recibí de su comandante la Bandera de Guerra que acababa de arriar de la fragata. Fue una ceremonia impresionante y muy triste para mí. En la "ARC Padilla" estuve en Corea como segundo y más tarde fui su comandante. Ese día, 9 de junio de 1964, algo de mí se quedó en la Padilla…
Por qué en su comando se acabaron los buques petroleros y se trató también de cerrar Conastil?
-En la Armada había dos clases de marinos, los que navegaban en los petroleros y los que tripulaban los destroyer, pero la mayoría de los marinos quería estar a bordo de los petroleros. Así las cosas, para acabar con esa división decidí, por rl bien de la institución, acabar los petroleros, porque esa no es función de la marina de guerra. Quiero destacar que Manzanillo se construyó con las utilidades obtenidas con la venta de los petroleros. Por ejemplo, el apreciado Capitán Felipe Mantilla navegó 25 veces de Mamonal a Buenaventura, sin bajarse del buque.
Sobre Conastil, se dice que yo la quise acabar y la realidad es otra. Esta empresa tenía maquinaria muy valiosa pero no tenía uso. Al final el sindicato acabó con Conastil.
Por qué las tripulaciones de los submarinos se entrenaron en el Perú?
-Siendo comandante de la Armada, se adquirieron los submarinos “ARC Tayrona” y “ARC Pijao” en Alemania, pero los oficiales colombianos fueron entrenados en el Perú. Los americanos cobraban mucho y los peruanos no cobraron nada. Eso se le debe al Almirante Manuel Fernández que vino a inaugurar el Parque de los Almirantes en Cartagena. Cuando le pregunté, cuál sería el valor que cobraría el Perú por el entrenamiento de nuestros submarinistas, me respondió: “Si me vuelves a hablar de eso no hay entrenamiento”. Cuando se inició el programa en la Escuela de Submarinistas, ¾ partes de los alumnos eran colombianos y ¼ peruanos.
Usted a la fecha es el COAR que más ha durado en el cargo, le sigue el actual Comandante Mauricio Soto.
Yo estuve seis años de Comandante de la Armada y solicité mi retiro tres veces, pero el Presidente Misael Pastrana no aceptó. Por último, ante mi insistencia, me envió al Perú de Embajador, donde duré otros seis años. Cuando el Gobierno cambió, fui ratificado por el presidente López Michelsen.
Cuales fueron los momentos más gratos y los más amargos de su carrera naval?
- El momento más amargo lo tuve el día que tomé la decisión de retirar de la Armada a mi mejor amigo, que era segundo comandante, Almirante Oscar Herrera Rebolledo, por un malentendido ocurrido en Cali; también me dolió en el alma retirar al almirante Wills Olaya. Por otra parte, la pérdida de la “ARC Padilla”, cuyos detalles ya comenté. Para un comandante perder un buque es una tragedia.
El momento más grato fue mi ascenso a Almirante.
De sus compañeros a quienes recuerda?
- Recuerdo mucho al CN Monzón Coronado, al CN Ing. “Machucante” Rodríguez Zamora y Luís Alejandro Escamilla. Desde luego, todos mis superiores, todos mis compañeros y todos mis subalternos tienen un pañol en mi corazón.
Qué piensa de la Armada actual?
Como persona de pocas palabras, puedo manifestar que la Armada Nacional tiene excelente comandante con el Almirante Mauricio Soto y se está cumpliendo con la difícil tarea de conseguir la paz para Colombia.
Unos consejos para los marinos de Colombia
El marino que se case y esté sirviendo en un buque, su mujer tiene que tener paciencia, porque su marido tiene otro matrimonio… con el mar.
Por Teniente de Navío Pablo Edgard Zapata S. CN 20-002
Me hallaba prestando servicios en la Real Armada Británica
donde había sido enviado por la
Armada colombiana, a bordo del porta-aviones HMS Theseus surto
en el puerto de Weymouth en la costa sur de Inglaterra. En Inglaterra
la Armada es
Real – the Royal Navy - y el ejército no lo es, no existe the
Royal Army desde cuando el dictador Cromwell, uno de sus miembros,
decapitó al rey por allá en el siglo 17. Simplemente es the Army, así como
despectivamente. Además es el único país del mundo donde la Armada posee una jerarquía
superior al ejército, una mayor antigüedad se dice en la jerga, lo cual
implicaba que cuando teníamos formaciones mixtas ellos debían colocarse detrás o
después de nosotros. Como en Colombia estaba acostumbrado a algo diferente,
cuando en una ceremonia en honor de la Reina me coloqué en la fila detrás de alguien del
ejército casi me decapitan como al rey, aun recuerdo la vaciada que me pegaron
por cometer tal delito de lesa majestad.
Mejor, de lesa marina. Un miembro de la Real Armada detrás de
alguien del ejército... no hay derecho! Nuestro buque integraba una Escuadra con
otros destructores y el porta-aviones gemelo HMS Ocean, juntos constituíamos el
Home Fleet Trainning Squadron. HMS es el comodín de la Royal Navy para
nominarlo todo: Her Majesty Ship (buque de su Majestad) si
es un buque, Her Majesty Stablishment o Station si
son bases navales o instalaciones terrestres, Her Majesty
School parta las escuelas de formación. Y cuando gobierna un rey,
significa His en lugar de Her.
La rivalidad entre ambos porta-aviones de la Escuadra era una constante: en los ejercicios y operaciones, en las revistas navales, en los enfrentamientos deportivos de fútbol y rugby. O en el curioso y feroz hockey sobre cubierta, deporte exclusivo de los buques jugado con un aro de cabo o lazo y unos rústicos bastones de madera, el que a veces se practica en los muelles. Usualmente ganábamos, pero en algo sí nos tenían pordebajiados los del antipático HMS Ocean: a bordo de ellos estaba la sede del Comandante de la Escuadra, el Almirante Biggs, por tanto eran el buque insignia. Qué rabia. Cuando en una ocasión el Almirante nos visitó fue el despiporre, algo así como la llegada del Papa o del Presidente de los EE.UU. Desde unas semanas antes del magno acontecimiento y durante 24 horas solo tuvimos vida para alistar el porta-aviones y los aviones, para limpiar cada rincón y armamento de la nave.
Llegado el imponente día, la tripulación de 1500 hombres de mi HMS Theseus en uniforme de gala estaba formada a las 11 de la mañana sobre la inmensa cubierta de vuelo. Impactante espectáculo con el buque engalanado de coloridas banderas, o empavesado como se dice en la jerga náutica. Los cañones disparaban salvas en honor del gran jefe naval, los músicos escoceses hacían sonar sus gaitas y la banda de los Royal Marines, los Reales Infantes de Marina, tocaba sus acordes marciales. En el aire las escuadrillas de aviones realzaban el momento. Como se dice poéticamente en inglés, era un acto de Pomp and circunstances
El personaje pasó como a un metro mío y por primera vez en mi vida tuve la oportunidad de ver a un almirante de carne y hueso, de verdad-verdad, un acontecimiento inolvidable para un ínfimo guardiamarina ubicado en el extremo inferior de la escala jerárquica y del escalafón naval. Quien pasaba al frente mío estaba en el tope superior, a años luz de mis sueños, luciendo en las mangas los dorados galones de cuatro dedos de ancho propios de un Almirante. De rostro adusto reflejaba una cierta simpatía, en todo caso me causó muy buena impresión y pensé lo interesante que sería algún día poder conversar con él. Finalizado el evento nos dieron la tarde libre como premio por los conceptos favorables del Almirante Biggs sobre la revista y honores que le presentamos.
Un Capitán británico y católico
El comandante de nuestro porta-aviones era el Capitán de Navío Anthony Miers, portador nada menos que de la Cruz Victoria ganada en Corea, la máxima condecoración británica, una que se otorga exclusivamente por actos de heroísmo en combate. Era escocés y católico, algo inusual en Inglaterra donde escasamente el 5% de su población profesa la religión católica, contra 10% de la Iglesia de Escocia. Y el resto son anglicanos de la Church of England fundada por Enrique VIII, cuando formó rancho aparte con un protestantismo sui generis y bien diferente al luterano, ya que su culto, liturgia y doctrina son bien parecidos a los católicos. Caso muy diferente a los protestantes de las otras variantes.
En puerto diariamente a las ocho de la mañana, o mas tarde según la estación del año, se realizaba sobre la cubierta de vuelo del porta-aviones la imponente ceremonia de izada del pabellón, presidida por el Comandante del buque. Los ingleses son especiales en ceremonias, creo nadie les gana en el cuidado, realce y sobre todo entusiasmo conque las realizan, es algo que llevan en la sangre. No solo Sucede en la Armada, es similar en la universidad, la inauguración de un campeonato de tenis o cricket, la cena en una casa, en cualquier parte y evento. Cada día toda la tripulación en uniforme de trabajo diario formaba por divisiones y departamentos excepto los pilotos navales, unos consentidos a quienes jubilan a los 12 años.... si alcanzan a durar tanto. Resaltaban los oficiales indios singh que siguiendo su religión usaban un turbante blanco o rojo, sobre el cual colocaban las cucardas o insignias distintivas que de otro modo irían en la usual gorra blanca. De hecho había gente de múltiples países del imperio británico y ni para qué les cuento los problemas con las comidas derivados de las distintas religiones, sus prohibiciones y tabúes. Para disfrutar doble ración de carne, pronto aprendí a situarme en la mesa al lado de algún árabe si el menú era de cerdo o de un indio si de res. Lo que ayudaba a llenar mejor mi estómago, bienvenido con 17 años y una vida tan agitada como la de un marino de su Graciosa Majestad.
Después de la diaria revista militar entonábamos la Oración del Marino, de hermosísimas palabras. Rompíamos filas y durante quince minutos nos agrupábamos por religiones, para una ceremonia de oraciones presididas por los respectivos capellanes. El nuestro era el padre O’Connor, un bonachón y simpático irlandés. Los católicos sumábamos acaso 30 feligreses a bordo, pero contábamos entre ellos al Comandante del buque quien se comportaba en los oficios como uno mas, como un sencillo practicante de nuestra fe.
En el buque decían que los católicos éramos sus consentidos, la verdad es que podíamos hablar con él con relativa facilidad, especialmente los domingos o festivos religiosos cuando se celebraba la misa y a continuación teníamos una amena reunión amenizada por tazas de té y biscochitos. Recién llegado me hizo un reporte completo sobre Colombia y Sudamérica, lugares exóticos para él y me invitó a almorzar a su camarote. Pocos de los tripulantes podían contarlo.
Un buen día el Teniente de Navío Anthony Malone – mi jefe directo - me ordenó presentarme a las 11 de la mañana al camarote del Comandante del porta-aviones. Quedé intrigado pero me imaginé se trataba de algo relacionado con el catolicismo, como alguna invitación externa a una iglesia de la ciudad. Al llegar nos hizo servir té por su ayudante de cámara, pues los ingleses siempre lo reciben a uno con un té. Sus oficinas huelen a te y el aroma esparcido en el aire denota las preferencias del anfitrión, la variedad y categoría.
El aire tenía aroma del tipo Darjeeling cultivado en las laderas del Himalaya, el mas fino de todos y la champaña de los tés. Estaba sonriente sin la seriedad propia de su mando, parecía mas bien el usual compañero de oraciones que el Comandante del buque. Casi me voy de para atrás con lo que me comunicó: A las seis de la tarde el Almirante Biggs me esperaba en el otro porta-aviones, el HMS Ocean y debía ir en uniforme formal, no de trabajo. El no tenía ni la mas remota idea de qué se trataba, procediendo a mostrarme el mensaje escrito que había recibido. A las cinco y media de la tarde me recogería un bote pues estábamos anclado en mitad de la bahía de Weymouth. Me dio algunas recomendaciones de cómo tratarlo, del protocolo que debía observar, de como comportarme, aspectos de la personalidad del Almirante, recordándome que en todo momento debería ser un digno representante del HMS Theseus. Quería asegurarse de tener todo bajo control, por fortuna para mi el Teniente Malone me acompañaría.
Entrevista con el Almirante
A las cinco y treinta en punto llegó el bote personal del Almirante a recogernos. En la Marina y en Inglaterra siempre suceden las cosas en punto, no hay forma que se retrasen ni un minuto. Los almirantes cuentan con exclusivos y vistosos botes personales, son como los Rolls Royce de los botes. Mientras subía escaleras hacia su camarote-oficina, sentí que las piernas me temblaban. De súbito me afloró el temor de tener problemas con mi inglés, que no le entendiera o mi pronunciación fuera defectuosa. Con nadie me había sucedido y hasta conversaba normalmente por teléfono con Stella Blewet mi novia de Cornwell - prueba eximia de hablar un idioma - pero ahora era diferente. Y en la clase de gramática inglesa sacaba buenas notas. Traté de mentalizarme que todo marcharía bien con el idioma de Shakespeare, mientras seguía ascendiendo por escalas y cubiertas.
Hicimos antesala, para ingresar al camarote a las seis en punto. El Almirante nos recibió amablemente sentado en un sillón de cuero, fumaba pipa y el aroma era delicioso, con mas confianza le habría preguntado cual picadura usaba. Lo acompañaba un Capitán de Fragata jefe de su Staff. La decoración del camarote era sobria, los ingleses no son rimbombantes ni ostentosos como los americanos quienes suelen forrar los mamparos o paredes de sus oficinas con fotos, decretos y placas. Incluso los británicos en el pecho y a la izquierda del uniforme solo lucen sobriamente cinco distintivos de condecoraciones, dos arriba y tres abajo, así tengan cien escogen las cinco mas sobresalientes. Tan diferente de los americanos cuyos uniformes parecen un crucigrama con tantas cintas de condecoraciones, amen de múltiples avisos metálicos de los cursos que han tomado de estado mayor, submarinista, torpedista, artillero, lancero, que se yo. Súmele una placa con el nombre, eso parece el uniforme de un ciclista o un corredor de Fórmula 1 en el cual no queda un centímetro vacío. Todo un monumento al mal gusto, con lo sobrio y hermoso que es el vestuario naval. Lo triste es que en Colombia, cuyos uniformes fueron tomados de la marina inglesa, hayamos copiado últimamente el modelo americano de tanta parafernalia colgada al pecho. Manes de la influencia gringa, quizás en los últimos años sobra gente que haya estudiado en USA y faltan mas especializados en la rubia Albión, quienes me imagino no hubieran permitido tal cambio.
El Almirante nos ofreció un scotch, pues los ingleses nunca le dicen whisky. Sí, un whisky! En la Real Armada el licor es algo normal que no causa sobresaltos ni constituye un mito diabólico, como sucede en la Armada de EE.UU. donde está prohibido tenerlo a bordo. Según los ingleses es cuestión de madurez, la que les sobra... Las tiendas internas de los buques venden licores incluso libre de los onerosos impuestos que se cobran en tierra, e igualmente los sirven en los bares de las Cámaras de Oficiales. Eso sí, como en todo el imperio británico, solo expenden licor entre las 12 y 2 de la tarde o entre las 6 y 11 de la noche. Fuera de esas horas no hay ni peligro de poder conseguir una mísera cerveza, porque allí las normas y leyes son para cumplirlas.
Para romper el hielo, el Almirante hizo un chiste con la mezcla de agua o soda del scotch. Ni pensar agregarle algo diferente pues sería un sacrilegio para el agua bendita, que tal es el significado en el gaélico celta de la palabra whisky, o whiskey como lo escriben ellos. Licor creado entre otras por monjes. Le pedí al camarero dos dedos de whisky y dos de agua, es el tipo usual de medida y se entiende como tal el ancho en dedos del licor en el vaso. Al llegarle el turno al Almirante pidió también dos dedos de scotch, aclarando que no eran dos dedos de ancho sino... de alto! Risas, brindis y con el primer sorbo la conversación fue mas fácil. Me preguntó por Colombia y Sudamérica, él nunca había estado por estos lados y de Latinoamérica apenas si recordaba haber tratado en el pasado algunos argentinos que cursaban estudios en la Real Armada. Aproveché para algunos chistes de argentinos y la mirada de aprobación de mi jefe el Teniente Malone indicaba que lo estaba haciendo bien. Lo cual me infundió confianza, aunque estaba a la espera de que surgiera el verdadero motivo de la reunión.
De pronto el Almirante me preguntó si mi idioma era el español. Claro que si, le dije. Replicó entonces, quiero decir el mismo español de España y en cual porcentaje son iguales los idiomas hablados en Europa y Latinoamérica, específicamente en Colombia. Le comenté que eran las mismas lenguas con sutiles diferencias, similar al caso del inglés de EE.UU. y el de Inglaterra. Me sentí brillante con el ejemplo puesto. Pero el almirante protestó con toda la prosopopeya y seriedad que solo un inglés puede poner en ciertos casos como este. Porque según él los gringos hablan un idioma totalmente diferente al de los ingleses, apenas si se les puede entender algo. Reímos todos pues sabíamos que estaba ironizando. Continuó. Si era parecida a la del inglés la diferencia del español hablado a ambos lados del Atlántico, entonces Uds. se deben entender muy poco con los hispanos... quizás un 10% en el mejor de los casos! Volví a la carga con mi explicación, ampliada con las diferencias idiomáticas entre los países desde México hasta la Argentina. Aproveché para comentarle que el español de Colombia según los especialistas era considerado el mejor de todos y le hablé sobre el Instituto Caro y Cuervo, máxima autoridad gramatical después de la Real Academia de la Lengua Española. Me dio la impresión de haberlo dejado satisfecho.
Fue cuando sacó de la manga el as de oros que tenía guardado. Resulta que como en un par de semanas dos destructores y el antipático portaviones HMS Ocean irían en misión oficial y diplomática a España, él había considerado llevarme como intérprete. Ah de eso se trataba! Mi emoción subió a su punto máximo, conocer España? Se realizaría al fin ese sueño que todos los latinoamericanos tenemos. Con la Armada de Colombia había viajado por el Caribe, sur y Norteamérica pero esto era diferente, bien diferente, lo máximo. Quise responderle que aceptaba irrevocablemente, pero en mi mente no pude encontrar tal expresión del inglés.
Tanta dicha fue enfriada por el siguiente comentario. Vamos a efectuar un crucero a Vigo y leyendo libros sobre España he visto que esta ciudad pertenece a Galicia, donde no se habla español sino el idioma gallego. A mis 17 años era la primera vez que oía hablar de esto, creía que excepto los vascos todos los hispanos hablaban español. Gallego? Me sentí inseguro, caminando por arenas movedizas y desconocidas. Veía que se alejaba la maravillosa oportunidad vislumbrada momentos antes y como un odioso fantasma aparecía la tal lengua gallega para acabar con mi dicha. Pero no, ni pensar en dejar escapar tan esplendorosa oportunidad, mi padre dice que las oportunidades en la vida son únicas y uno no puede dejarlas pasar de largo. Para ganar tiempo apuré un sorbo de whisky, mientras las ideas y palabras bullían en mi cerebro.
Y me lancé! Señor Almirante, coincidencialmente mis abuelos son gallegos y en mi casa además del español se habla gallego. No se cómo, pero la inspiración me afloró y sin siquiera pensarlo me salió la mentira. El Almirante sonrió y opinó era una coyuntura afortunada que el único hombre de su Flota español-parlante también entendiera el gallego. Confirmó mi asignación de carácter temporal y le indicó al Teniente Malone que en una semana debía quedar trasladado al Ocean, a órdenes del Capitán jefe de su Staff. Un último scotch y nos despedimos. Durante el viaje de regreso la euforia de los tres whiskys y la emoción de ir a conocer España fueron mis acompañantes. No había espacio para nada diferente.
Del temor, al susto y al pánico.
Como dicen las muchachas, después del gusto viene el susto. Navegábamos hacia España y ya instalado a bordo de mi nuevo porta-aviones, en la Cámara de Oficiales reflexionaba sobre mi situación y las posibles implicaciones negativas de mi asignación. El temor me rondaba. El Capitán del Staff me informó que mi trabajo empezaba al llegar a Vigo y por lo pronto podía dedicarme a conocer el buque y su gente, como los encargados de compras y suministros a quienes apoyaría al llegar. Realmente nada tenía para hacer y disfrutaba de una vagancia inusitada, la primera desde cuando formaba parte de la Real Armada. Siempre faltando y ahora me sobraba todo el tiempo del mundo, con razón Einstein pregonaba que el tiempo es relativo. Qué tal! Yo con mis temores y pensando ahora en teorías de la relatividad.... No tenía conocidos a bordo y los antipáticos del Ocean me seguían tratando como un extraño, discriminándome como alguien de la competencia, esto es del Theseus. Vivía un vacío, llenado por un solo pensamiento: el gallego!
Me puse a escarbar en la biblioteca del buque y encontré tres libros sobre España, uno en español sobre Historia y dos guías turísticas en inglés. Muy claramente decían que en Galicia se hablaba el idioma gallego y que además en España se hablaban otras lenguas como el catalán, valenciano, vasco. Conque esas tenemos.... Qué ironía, cuando debía encontrarme desbordado de la emoción por dirigirme hacia la Madre Patria, heme acá sudando frío con cada milla que el buque avanzaba por el Canal de la Mancha al que los ingleses llaman diferente, the British Channel, el Canal Británico. Cruzábamos por el Mar Cantábrico y el oleaje era fuerte, muy fuerte. No soy propicio a marearme, pero estaba sintiendo como cierta indisposición. Qué vergüenza si llegan a darse cuenta que me mareo, seguro algún día lo sabrían en mi buque el Theseus y ni hablar de las burlas. Por los altoparlantes se escuchó la orden usual cuando hay mar pesado, de asegurar especialmente los objetos y cosas.
El Capitán del Staff me citó a su camarote 24 horas antes de arribar. Durante una hora estuvo precisándome mis obligaciones y responsabilidades en los 7 días de la visita a Vigo. Debería actuar como intérprete en tres campos, en las relaciones del día a día que se tendrían con las diferentes autoridades portuarias o los proveedores de alimentos, combustibles, elementos y similares. Enlace con los miembros de la Marina de España, con quienes habría un estrecho contacto. Y ser uno de los attaché del Almirante en las diferentes reuniones, recepciones y ceremonias oficiales que tendrían lugar, para lo cual me entregó el programa detallado. Y el cordón símbolo del attaché, que luciría en el hombro. Habría una recepción a bordo ofrecida por el gobierno de Su Majestad y para tal ocasión llegaría de Madrid el Embajador británico, además de otras recepciones dadas por el gobierno ejecutivo de España, el gobierno local y la Marina española. A las 10 de la mañana del día siguiente arribaríamos y yo entraría en acción.
Quedé pálido al leer el programa, dejé de experimentar temor para empezar a sentir miedo. Apreciaba que la situación no podía ser mas grave, si llegaba a fallar como intérprete. Ni pensar en el daño que le ocasionaría al Almirante y a los buques, sería como dicen los ingleses algo very, very disgusting. Una embarrada monumental. Indudablemente mi futura carrera naval sería no solo afectada sino acabada, me devolverían a Colombia y de allí me despacharían a la calle. Esa noche no pude conciliar el sueño en mi hamaca, pues en la Real Armada se duerme en hamacas y no en coys o camas. Me daba vueltas y mas vueltas el tal idioma gallego, la cabeza me dolía bastante pero a esas horas ni pensar en conseguir una aspirina.
Llegó el gran día. Por los altoparlantes a las cinco y quince de la mañana sonó la orden general de levantarse, el Alza arriba! Tenía los ojos pesados y los párpados como cortinas metálicas. Casi no pude desayunar los usuales cornflakes con tajadas de banano, el té y los huevos con jamón. Cuando subí a la cubierta y vi al frente mío la acantilada línea de la costa española, mis sentimientos pasaron del miedo al pánico.
Bravo Cervantes!
Había una actividad frenética por
todas partes, los aviones estaban siendo cuidadosamente alistados y la nave
estaba vistosamente empavesada de coloridas banderas. Cuando los buques de
la Real
Armada llegan a puerto extranjero, deben causar una impresión
impactante con la tripulación hermosamente alineada sobre la cubierta de vuelo y
luciendo su uniforme azul. Acudí a rezar a la pequeña capilla, pocas veces lo
hice con tanta fe y devoción. Necesitaba ayuda del Señor y de corazón le pedí
perdón por estar de mentiroso diciendo que entendía el gallego. Pero Señor,
ayúdame! Después subí al puente de mando a ponerme a órdenes del Almirante Biggs
quien observaba la maniobra de aproximación a la ría de Vigo dirigida por el
Comandante del HMS Ocean, que ni recuerdo como se llamaba. A nuestros costados
navegaban en formación los otros dos destructores, por los aires el avión de
patrullaje y reconocimiento. Mi jefe el Capitán del Staff me dijo que a las diez
de la mañana se esperaba la llegada del bote con un oficial de enlace de
la Marina
española y el Práctico. Este es un piloto experto que toma el control de la nave
para hacer su entrada a Vigo, algo mandatorio en todos los puertos del mundo. O
en el cruce de canales, como el de Panamá.
Allá vienen! Vi los tres botes que en lontananza se dirigían a la flotilla británica. Yo cada vez estaba mas pálido y mi jefe de staff que debió notarlo me preguntó si me sentía mal, o estaba mareado. Irónica pregunta pues el mar no estaba tan pesado, al menos no tanto para afectar a un lobezno de mar de la talla del midshipman (guardiamarina) Zapata. Me ordenó dirigirme al portalón, varias cubiertas mas abajo por donde subirían los funcionarios españoles, los primeros de ese país que trataría en mi vida. Españoles o gallegos? Me pregunté para mis adentros.
Las catapultas empezaron a lanzar al vuelo los aviones. El bote del Práctico se aproximaba ondeando la bandera española, cabeceaba como cabalgando sobre las olas, aparecía y desaparecía rítmicamente entre la espuma del mar. A medida que estaba mas cerca pasé del miedo al pánico y este aumentaba, sentía un nudo en la garganta y otro en el estómago, mi resignación era total ya decidido a lo peor. Se acercaron por la banda de estribor y les lanzaron una escala para que subieran, el primero en hacerlo fue un Capitán de Corbeta español según lo identifiqué por los galones que lucía en las mangas. Le seguía el Práctico. Con dificultad ascendieron hasta la cubierta, donde los aguardábamos los integrantes del comité de recepción. Entre los 1.500 hombres de a bordo, yo sería el primero en hablarles. Convertido en el representante oficial de la Real Armada Británica, me parecía que desde el mas allá me estaban observando Lord Nelson, Lord Howard, Drake, Hawkins y toda esa pléyade de históricos lobos de mar de la Royal Navy. Yo, un imberbe guardiamarina colombiano de 17 años, de vocero oficial de su Majestad Isabel II y su gobierno!
El Capitán hispano ya estaba frente a mi, tendría unos 32 años, el pelo rubio pero no tanto, la cara cuadrada tan usual en los españoles y trazas de tener una poblada barba. Me era difícil pronunciarle palabra alguna, no me salía ni la primera pues hacía meses que no hablaba en español ya que en los buques ingleses no había con quien hacerlo. Sentía una confusión mental sobre lo que debía decir: según las instrucciones recibidas daría un saludo oficial de bienvenida, luego me pondría a las ordenes como traductor y los conduciría donde el Comandante del buque y el señor Almirante. El ibérico me miraba intrigado, pasaron escasos segundos de silencio que parecían siglos. Creo mas bien que pronunciar, le balbuceé:
- Señor, habla Usted español?
El Capitán hispano arqueó los ojos, me miró de arriba a abajo y tronó:
- Coño! A donde crees que has llegado, a Ceilán, Arabia o a la China? Si estás en España!
Casi me desmayo de la emoción al escucharlo hablar en mi idioma, sentí el impulso de darle un abrazo. Sí, me había hablado en español!
- Entonces ustedes no hablan aquí en gallego?
- Coño! Si llegaste a España. Y tu de donde eres?
- Colombiano.
- Coño! Qué haces disfrazado con ese uniforme inglés? Y es que no sabes que en España hablamos español?
Pocas veces he sentido tal emoción al escuchar hablar mi idioma. Ay don Miguel de Cervantes y Saavedra! Que vivan el Quijote y el Míocid, que vivan Jorge Manrique, Lope de Vega, Calderón de la Barca y Francisco de Quevedo! Que vivan los 500 millones hispanohablantes!
Mi
alma ocupó de nuevo su lugar en el cuerpo. Sí, volví a nacer en Vigo, Provincia
de Galicia. Donde incidentalmente supe después que sí hablaban gallego,
pero... además de español.
Luego, tan solo
falta que las autoridades navales dispongan lo necesario para volar el buque,
mediante cargas explosivas. El día y la hora de los funerales de la “Padilla”
serán posteriormente acordados. En la noche se
recibe la autorización del Comando de la Armada al plan acordado por el Comandante de
la Fuerza
Naval del Atlántico, Capitán de Navío, Jaime Parra Ramírez.
Este programa contiene todas las instrucciones y detalles del ceremonial, para
el abandono y fin de la nave insignia. La mañana
brumosa pone un toque fúnebre a la denominada “área de emergencia”. Por los
teleobjetivos del “ARC Antioquia” se puede observar claramente cómo las olas
gigantescas golpean sobre la popa del coloso aprisionado entre una muralla de
arrecifes. Barrida por los torbellinos de espuma, la cubierta aparece solitaria,
sin la menor huella de vida. A las ocho de la
mañana del 10, el Capitán Sierra se reúne con su tripulación, hace la última
anotación en el cuaderno de la bitácora y se dispone para el abandono.
Simultáneamente, en el “Antioquia” el Capitán Parra Ramírez y los altos
oficiales de a bordo, coordinan los detalles finales de algo que han estado
temiendo durante muchos días. A las 9, un pequeño bote se aleja por entre el mar
excesivamente “picado” y con muchas dificultades se acerca a la “Padilla” por el
costado de babor. El Comandante y sus oficiales, en traje de parada permanecen
de pie, en actitud “firmes” mientras los cañones del “Antioquia” disparan una
salva de 21 cañonazos. A su lado
navegan, el “Pedro de Heredia” el “Sunbird” de la Armada
Norteamericana y el viejo petrolero ARC “Blas de Lezo” ya un
poco cansado de la vida marinera. En la cubierta de todos los buques
oficialidad y tripulación en impecable formación asisten a un acto realmente
impresionante y mientras se escucha la salva y un corneta entona el “Himno del
Compañero” la bandera colombiana desciende del mástil de la “Padilla” hasta las
manos del Capitán Sierra quien la dobla cuidadosamente. Luego, todo ha
concluido. El Comandante y sus oficiales descienden hasta el bote por una
escalerilla improvisada. De acuerdo con los reglamentos navales el último en
hacerlo es el Capitán quien toma asiento en proa vuelta la cara hacia
la
Fragata. La embarcación
se aleja peligrosamente dando tumbos en medio de grandes olas. Mudo, hierático,
con los ojos empañados por las lágrimas, conteniendo los sollozos, el Capitán
Sierra permanece ajeno a las maniobras del patrón del bote para evitar una
tragedia. Solo el ruido del oleaje, y el lejano timbre de los clarines rompen el
silencio que guardan los últimos tripulantes de la “Padilla” condenada a
muerte. La llegada al
“Antioquia” constituye una escena de patética dignidad. El Comandante sube a
cubierta en donde recibe el saludo del Capitán Parra Ramírez y de los oficiales
que lo acompañan. El momento culminante de la ceremonia tiene lugar cuando el
Capitán Sierra hace entrega del pabellón nacional al Comandante de
la Fuerza
Naval del Atlántico. Arrugado,
húmedo, desgarrado en parte, el pabellón vuelve a la Armada Nacional, después de
ondear durante muchos años, bajo el cielo de los mares calmados, bajo las
tempestades, en la paz y en la guerra en el palo mayor del buque insignia de
nuestra marina de guerra, varias veces condecorado en lejanos
países. Luego solo resta
celebrar el entierro de la “Padilla”. Esto tendrá lugar en un próximo amanecer,
cuando la nave vuele en pedazos al estallar 300 libras de TNT en los
puentes, en las bodegas, en la Santabárbara. Entre tanto, el
Comandante Sierra Zonrosa, como recordando una pesadilla relata los momentos que
antecedieron a la catástrofe. Su voz se hace un poco temblorosa cuando dice:
“Por un instante sentí un frío que me recorría todo el cuerpo. En una milésima
de segundo me di cuenta de que la
fragata estaba tocando fondo. Luego vi una intensa luminosidad en la proa señal
de que habíamos encallado. Traté de mantener el control de mis facultades con el
propósito de ordenar las maniobras que fueran necesarias. Ordené marcha atrás
con toda la potencia de las máquinas, pero ya era demasiado tarde. Sentí como si
mis nervios se desgarraran, como si se rompiera algo dentro de mí. Hice todo lo
posible pero fue inútil. La pérdida
de mi buque es algo que las gentes de tierra no podrán comprender. Los buques
despiertan en quienes los conocemos y tripulamos, un hondo afecto, un cariño,
que solo se puede confundir con el de los seres más queridos. Un buque es algo
vivo que responde a nuestros deseos, a nuestros mandos, hace parte de nosotros
mismos y antes que un montón de hierro es casi una persona… sí, una persona muy
querida”. Son las tres y
treinta de la tarde; Brigadas del “Antioquia” colocan cargas explosivas en todas
las partes vulnerables de la “Padilla”. Ellas se encargarán de prender fuego a
la
Santabárbara, inundada de agua y aceite. Cuando esto suceda, la
fragata volará en pedazos y sus restos quedarán sepultados en el fondo del mar,
cubiertos de rocas coralinas, de algas, de almejas que serán su eterna
tumba. Y como si se
tratase de un personaje mitológico, un pequeño genio, encarnado en una rata
impidió, trozando los cables que unían todos los sistemas de detonantes que la
fragata volara en pedazos en el primer intento que se hizo para su total
destrucción. Vino luego una
segunda operación con la misma finalidad, pero fiel a su tradición, rebelde,
indómita, la “Padilla” se negó a morir. Heroicamente resistió todos los embates.
Nada pudieron contra su coraje ni las cargas de TNT, ni el fuego que
posteriormente y por más de una hora le hicieran los cañones del
“Antioquia”. Obstinada en que
su imagen no se borrara de la memoria de todos los marinos, su cadáver con una
leve inclinación a babor aún continúa allí, un poco momificado y esquelético, en
permanente vigilancia. Ni la furia del
mar pudo con ella…
“Hombres
buenos y barcos malos son mejores que hombres malos y barcos
buenos”Velados los ojos por las lágrimas, el Capitán de la Fragata “ARC Padilla”
Buque-insignia de la
Armada Nacional, Mario Sierra Zornosa,
desciende por babor al bote de rescate siendo las nueve y cincuenta de la mañana
del 9 de junio de 1964, para alejarse definitivamente de su nave, doce días
después de haber encallado en los arrecifes de “Midle Cay” en el archipiélago de
San Andrés y Providencia.
En una significativa ceremonia el "ARC SEBASTIÁN DE BELALCÁZAR” se
hundió en las aguas del Pacífico. Durante 20 años al servicio de la Armada Nacional,
este buque llegó a convertirse en la Unidad Insignia del Pacífico Colombiano,
efectuando decenas de operaciones anuales, ejerciendo soberanía sobre las aguas
jurisdiccionales tanto del Pacífico como del Caribe; así mismo, realizó diversas
operaciones de apoyo logístico; unas veces movilizando las tropas de la libertad
sobre las costas, otras prestando auxilio de remolque a motonaves en peligro o
en acciones cívico-navales a poblaciones aisladas de la geografía
nacional.
El ARC ”SEBASTIÁN DE BELALCÁZAR”, obtuvo reconocimientos especiales entre los que sobresalió la realizada el 14 de noviembre de 1981, cuando interceptó y hundió en combate en el Océano Pacífico la Motonave “Karina”, la cual transportaba armas, municiones y explosivos para el movimiento subversivo, M-19.
La ceremonia fue realizada cerca de Bahía Solano, departamento del Chocó contando con la presencia del Ministro de Defensa, Doctor Jorge Alberto Uribe Echavarria, el Comandante de la Armada Nacional, Señor Almirante Mauricio Soto, el Comandante de la Fuerza Naval del Pacífico, Contralmirante Álvaro Echandía.
“Es un reconocimiento digno a uno de los mas recordables buques que ha tenido la Armada Nacional, sus importantes operaciones fortalecieron la soberanía de los mares de la Patria”, afirmó el Almirante Soto a bordo del ARC “CALDAS”, fragata desde la cual se aprecio el hundimiento de este legendario buque que de ahora en adelante, será un arrecife coralino y contará con la visita de aquellos que hacen del buceo una pasión. De esta manera la Armada Nacional Contribuye al fortalecimiento turístico en estas exóticas zonas del país
Tomado del Boletín Electrónico de la Armada Nacional -Fuente:
SNA
PATRULLA NAVAL COLOMBIANA
SUBDIRECCION DESASTRES y
EMERGENCIAS (SDDE)
TRINQUETE ROMÁNTICO Mi amada, Blanca Ferrer (Petite
Chou), continuamente me expresa sus sentimientos con versos
salidos de su corazón. Entre tantos poemas de su cosecha literaria he
escogido uno, que por su contenido marinero, me gustaría compartir con la
familia naval. Saludos,
Angelo Bedoya MC-11-03 AMOR DE MAR Es tu amor de marinero
Enredado con un beso Que navega cual velero Suavizando mi embeleso En mi alma lo que siento Se refleja en tus espejos Brisa, mar, tu dulce aliento Al sentirte hoy más lejos Tu mirada está conmigo Tus caricias me dan calma Mi corazón va contigo Lo siento dentro del alma Si pudiera ser estrella Yo saldría sólo por verte Sería la noche más bella Soñando para tenerte Si en tu mar sientes las olas Es mi cuerpo que va y viene Llevando mil caracolas Como tormenta de nieve Luna, cielo, estrellas, mar Conjunción tan plateada Si en mi ser pueden entrar Dormirán con mi alborada Y mi cuerpo todo entero Rociado por el mar Llegará hasta tu velero Para poderte mirar Como un canto de sirena Que se mece al despertar Recostado en la arena Navegando en mi soñar HUMOR
NAVAL
Enviados por Mario Rubiano-Groot CN
45-045
Niño preguntón
El típico niño que visita el
puente de un trasatlántico y comienza a preguntar al oficial de
guardia:
-¿Y si se hunde el
buque, por donde saldríamos? - En los botes salvavidas. - ¿Y si
no funcionan todos? ¿Como saldríamos? - Entonces usaríamos las balsas. -
¿Y si hay más gente que botes y balsas? ¿Por dónde se sale? - Por la
televisión, hijo, por la televisión.
Cadete
recursivo
Examen oral de maniobra a un
cadete en la ENAP.
-Instructor: Imagínese que está
fuera del puerto esperando que le den autorización para entrar, y se
levanta un fuerte viento. ¿Qué haría usted si no puede arrancar la
máquina?
-Cadete: Daría fondo tirando un
ancla.
-Instructor: ¿Y si el viento
arrecia?
-Cadete: Fondearía con otra
ancla
-Instructor: ¿Y si continua
levantándose un fuerte ventarrón? -Cadete: Mandaría fondear otra
ancla.
-Instructor: ¿De donde saca
usted tantas anclas?
-Cadete: Del mismo sitio que
usted el viento. |
ZAFARRANCHO GRAFICO HISTORIA
ANÉCDOTAS Y ALMUERZO
El pasado 31 de agosto, en la
residencia de Jorge Serpa Erazo CN 38-082, se dieron cita
para almorzar y tratar temas de la historia naval colombiana, el
señor Almirante Jaime Parra Ramírez CN 02-066, Contralmirante Luís Carlos
Jaramillo Peña CN 21-070 y el Capitán de Navío Felipe
Mantilla.
![]() El momento en que el Calm
Jaramillo comentaba algunos aspectos que motivaron en 1964 al
Almirante Jaime Parra -COAR- para que lo designara Comandante de la
Fragata "ARC Almirante Padilla".
![]() El almirante Parra Ramírez
cuando relataba la travesía de 103 días en el MC Antares, de Puerto
Leguízamo a Cartagena en 1946 con tres tripulantes.
![]() El Capitán Felipe Mantilla
recordando el momento en que vio al MC Cúcuta atravesando el Canal de
Panamá, dos años después de ser vendido como chatarra a unos
alemanes. |
CADENETA ...PUNTO...CADENETA...
Cyber-chisme al servicio de la información naval |
SE SALVÓ "MEGÁFONO" DEL SEBASTIÁN
Antes del hundimiento definitivo del ARC Sebastián de Belalcazar dicen que la ARC le regaló al “tal Gilbert”, (Gilberto Álvarez Vargas CN 45-003, excomandante del otrora poderoso remolcador), el megáfono que todavía estaba intacto. La historia cuenta, que era tal la resonancia y pureza de la voz de barítono de su comandante, que nunca fue necesario usar este aparato durante varios años. Quiera Dios que, ahora en las profundidades de Neptuno, no le de a Gilbert por bajarse a repetir pitadas y despertar a las sirenas del lecho marino que alguna vez tanto le arrullaron ….y arrulló!! con el vibrato de su encantadora voz.
TAN CERCA DE OSAMA Y TAN LEJOS DEL ALMIRANTE...
Después de disfrutar con su esposa Patricia, las vacaciones anuales en compañía de sus padres Almirante Edgar Garay Rubio CN 21-038 y Nubia Vera de Garay, el Ingeniero Edgar Hernando Garay-Vera, ha retornado a su casa en Arabia Saudita, para regresar al trabajo.
HONROSAS FELICITACIONES
Muchas gracias por hacerme posible la lectura periódica de la Cyber-corredera y felicitaciones muy sentidas para su director, redactor, productor y soporte. Realmente es una labor que agradecen todos aquellos que alguna vez vestimos el uniforme de la Armada y aún sentimos el orgullo de haberlo hecho. Gracias. Gracias también por permitirnos recordar la historia de nuestra Marina traída a la memoria por nuestro muy apreciado y más admirado comandante que haya tenido la Armada Colombiana Almirante (H) JAIME ERAZO ANNEXY, historia que escuché de sus labios hace más de cuarenta años subiendo en un deslizador las aguas del río Putumayo, además de muchos consejos que me sirvieron luego en mi carrera naval junto con premoniciones políticas nacionales y navales que muchas se cumplieron. Así actúan los hombres sabios.
Respetos para mi superior y amigo.
Apreciado enfermero Pinto: Cordial felicitación por el significativo incremento de los
suscriptores. Me di a la tarea de revisar someramente los nombres entre los
cuales conozco algunas personas. Me parece que debes hacer revisar bien la
lista. He visto a Lilián Ospina y
Ospina Lilian, José Vicente Yunda en dos o tres versiones , a
José N. Gómez, José Neftalí Gómez y Gómez José Neptalí que creo es una sola persona,
Francia Herrera y Francia Elena Herrera,Carlos Ossa y Carlos Alberto Ossa etc.,otras con solo apellidos. Toma esto
como una colaboración pues solo es eso. Cordial
abrazo. Ante todo mil gracias por concederme el honor de la entrevista, y
aunque este agradecimiento esta acompañado por el de mi familia, no me excluye
en manifestarle que ni por eso me tendrá haciendo fila para comprarle
chocolatinas y menos aun aún con los rumores de su alianza que tiene con algún
antiguo para recuperar los chocolates y revenderlos. Si le recomendaría que
hiciera alianza con alemanes para que ninguno de sus colegas moleste y deje la
memoria lucida y permita seguir disfrutando las
CYBER-CORREDERAS y recordar a mi entrañable amigo, el ultimo
poste. Señor Pinto, aquí sin que nadie mas se entere, no tiene unas pastillitas de esas
azulitas (originales), de esas ...... bueno Ud sabe. Si tiene déjeme
saber. Jairo Quiñones CN
38-080 LUÍS ENRIQUE BORJA BARÓN
CN 17-003
MENSAJE
VINCULANTE DE LA RESERVA NAVAL
Alvaro Campos Castañeda CN 24-008
Atentamente,
Mario Rubiano Groot-Román CN 45-045
Mauricio Rodríguez Bernal CN
75-040
RESUCITÓ GUSTAVITO MORA
"MONO" CON MEMORIA
GASTRONOMICA Carlos Prieto Ávila CN 34-034
BORIS DESDE BOLIVIA
Estos retazos de historia nos recuerda el entusiasmo y ánimo de la juventud, cuando llevados por ese bello magnetismo del mar nos hicimos CADETES NAVALES. Gracias por tan simpáticos datos y espero sigan con estas crónicas.
Atentamente
Boris Aliaga CN 37-054
DE PROFANO INDIFERENTE A MÍSTICO HINDÚ
Cyber-correderos:
Debo reconocer que estoy muy impresionado con el trabajo de este incansable y generoso enfermero. Sus continuos desvelos y repetidas rondas de imaginarias lo han convertido en la sor Teresa de Calcuta de la Armada. BZ!!
Ricardo Torres Tono CN 45-056
Cyber-mascaron de Proa |
Cyber-corredera- E-mail: lacorredera38@nikimicolombia.com Suscripción gratuita. Derechos Reservados. Se
invita a divulgar la información aquí contenida, citando la
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NIKIMI COLOMBIA HS LTDA
PATROCINADORES DE CYBER-CORREDERA
Tiene el agrado de comunicar a los Cyber-correderos que próximamente, através de su tienda virtual podrán adquirir lo último en tecnología de punta desde cualquier parte del país. Este servicio llegará a ustedes vía Internet.
Información: info@nikimicolombia.com