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Unidos por el mar
y
exhaustos por el último poste
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Informativo virtual
para integrar la familia naval colombiana |
Llegamos a la cámara de Oficiales del Centro de Entrenamiento Naval de Barranquilla donde nos informaron que por la tarde partirÃamos hacia Cartagena. En la cámara estaban varios Oficiales que habÃan sido cadetes bien antiguos cuando nos fuimos. Nos anticipamos a saludarlos efusivamente, pues querÃamos causar en todo momento una buena impresión. Almorzamos, nos invitaron a tomar unos cuantos Whiskys, pues ellos tenÃan curiosidad de enterarse sobre nuestras experiencias en Italia. Entre los Oficiales de la base habÃa uno muy alto, quien habÃa sido Guardiamarina cuando entramos de reclutas cinco años atrás; el “largoâ€? Pizarro era aficionado al trago y mientras estábamos en la cámara recibió una llamada de su esposa – Mi amor, ahora no puedo ir porque estoy muy ocupado atendiendo a unos Oficiales italianos que llegaron hoy –, dijo, y tuvimos que reÃrnos del apunte. Alrededor de las cinco de la tarde partimos en un bus de la Armada para Cartagena. En el viaje pudimos intercambiar opiniones sobre nuestras primeras impresiones acerca del medio tan diferente en que nos encontrábamos, y sobre la forma en que deberÃamos actuar, teniendo siempre en la mente la advertencia de ser humildes a nuestro regreso, advertencia que nos hizo el Comandante de la Armada cuatro años atrás cuando nos despidió en Bogotá.
Ya era noche cuando llegamos a Cartagena a la Escuela Naval, sitio en que nos alojarÃamos. Afortunadamente uno de los nuestros tenÃa un cuñado Oficial de la Escuela, quien nos consiguió alojamiento en camarote con aire acondicionado porque el calor esa noche era bastante fuerte y nosotros estábamos desacostumbrados. El dÃa siguiente nos presentamos de civil ante el Comandante de la Base Naval, a quien tuve que explicarle que no tenÃamos uniformes de la Armada Colombiana porque los que usábamos en Italia tenÃan una confección diferente. El Comandante ordenó que pasáramos al Fondo Rotatorio de la base para coordinar la elaboración de uniformes, visitáramos la peluquerÃa porque tenÃamos el pelo largo, y saliéramos a vacaciones para saludar a nuestras familias.
En el aeropuerto Eldorado, que no conocÃa, me estaban esperando mis padres y mis cinco hermanos. Me impactó el ver a mis tres hermanas ya convertidas en unas señoritas y a mis hermanos en hombres de pelo en pecho. Cuatro años sin verlos es toda una vida cuando se es adolescente; ellos también pudieron ver la transformación mÃa en un marino curtido de 24 años. Del aeropuerto fuimos al Club de Oficiales de la PolicÃa a retirar el almuerzo que tendrÃamos en la casa con otros miembros de la familia; por pura coincidencia, el maître del club era italiano y todos me pidieron que conversara con él en ese idioma: A decir verdad, me sentà en casa con él porque para ese entonces yo creo que hablaba mejor el italiano que el español.
Mi mamá sabÃa que a mi me gustaban los tamales tolimense que ella hacÃa, asà que al dÃa siguiente organizó una tamalada en la casa. Todos me miraban con expectativa cuando empecé a comer mi tamal; la primera sensación que sentà al enfrentarme a esa masa fue de desconcierto pues no me supo a lo que yo esperaba; sin embargo reaccioné rápidamente para no quitarle la ilusión a mi mamá, y me lo comà todo aparentando que me parecÃa tan rico como siempre. Es curioso ver cómo se desadaptan las papilas gustativas después de un tiempo largo de saborear otro tipo de cocina. Queda claro que con el paso del tiempo recobré el gusto por los tamales, que volvieron a ser uno de mis platos preferidos.
Coincidiendo con nuestras vacaciones, la Escuela Naval vino a Bogotá para competir en unos juegos interescuelas de las Fuerzas Armadas; algunos de los “italianosâ€? fuimos llamados para reforzar los equipos de fútbol, natación, y equitación; desafortunadamente yo no estaba en forma para competir con cadetes bastante más jóvenes en fútbol, lo cual hizo que mi actuación fuera discreta; en cambio nuestra estrella de natación sà pudo contribuir con algunas medallas. El caso de la equitación fue totalmente inédito, porque este deporte no se practicaba en la Armada; sin embargo, los que participaron dejaron sorprendidos a propios y extraños por su maestrÃa en la ejecución de saltos. Como nosotros habÃamos llegado recientemente de Italia, y oficialmente no habÃamos recibido el grado de Tenientes de Corbeta, pudimos ser incluidos entre los participantes como cadetes, a pesar de que por antigüedad ya éramos Oficiales desde hacÃa año y medio.
Terminaron las vacaciones y tuvimos que presentarnos en el Comando de la Armada para regularizar nuestra situación como Oficiales, y para conocer nuestra destinación a diferentes unidades operativas. Allà supimos que recibirÃamos el grado de Tenientes de Corbeta con fecha retroactiva al 20 de enero de 1.957 (la fecha en que se habÃan graduado nuestros compañeros del contingente 22), y que la antigüedad nuestra dentro del escalafón naval estarÃa por encima de la de nuestros compañeros que estudiaron en Cartagena. El más antiguo serÃa el que estudió en la Escuela Naval de Chile. Esa tradición de que los graduados en el exterior fueran los más antiguos se habÃa respetado por muchos años en la Armada. Yo fui asignado a la tripulación del destroyer “Caldasâ€? con sede en Cartagena.
Lejos estaba yo de imaginar que el Caldas era un buque ya prácticamente retirado
del servicio. Cuando me presenté ante el
Comandante y recibà mi primer cargo como Oficial, capté que ese traslado estaba
lejos de representar un premio a mi gran esfuerzo de cuatro años en Italia.
Nadie lo decÃa en voz alta, pero era vox populi que los llegados del exterior
eran asignados a unidades de menor importancia para “bajarles el morro�. Yo
decidà aceptar con humildad esa situación, pues en cierta forma podÃa estar
justificada por la actitud arrogante que alguien pudo asumir en el pasado. AllÃ
en el Caldas empecé a empaparme de las costumbres y tradiciones del dÃa a dÃa, a
llamar las cosas por su nombre en Español (yo decÃa sumergible en vez de
submarino), a tratar con la tripulación y el resto de la Oficialidad, a manejar
la espada y el ceremonial naval, y sobre todo a mantener un bajo perfil para no
despertar suspicacias. Las guardias en el buque eran prácticamente para cuidar
inmensas ratas provenientes del muelle, y que ya tenÃan sus guaridas dentro del
buque; cuando una de ellas se morÃa, el olor era horrible y habÃa que organizar
una búsqueda exhaustiva para poder localizarla y acabar con el martirio nuestro.
Un dÃa que estaba de guardia me enteré de las condiciones inhumanas en que se
pagaba calabozo abordo: El tripulante era encerrado en un compartimento
metálico, vestido en pantaloneta y tenis, a merced del calor sofocante del dÃa y
del frÃo de la noche, sin mucha libertad para moverse. Me pareció que estaba de
nuevo en el perÃodo de la Inquisición, hasta un dÃa en que desaparecieron las
gallinas que habÃamos comprado para un sancocho que darÃamos a la tripulación el
dÃa siguiente; ¡las gallinas amanecieron violadas y muertas!; desde ese dÃa
entendà muchas cosas a las que no estaba acostumbrado, y que eran el fruto de
una idiosincrasia diferente. Para rematar, un dÃa que estaba castigado sin salir
del buque, un suboficial de baja graduación se me acercó y me dijo: - Mi
teniente, le ruego el favor de que me deje salir porque me acaban de avisar de
la casa que mi mamá sufrió un aborto y está muy grave - ; al escuchar esa
súplica tan dramática no tuve otra alternativa que dejarlo salir y apurarlo para
que llegara a su casa sin tardanza. ¡Como a la una de la mañana, una patrulla de
la policÃa naval me trajo al hombre, detenido por estar en una casa de citas
borracho y haciendo escándalo!; poco después, en contra de mis convicciones, lo
castigué con varios dÃas del calabozo de la inquisición.
Aproveché también los primeros dÃas de estadÃa en Cartagena para conseguir amigas .Uno de mis compañeros de Italia, Federico Diago, tenÃa a su familia en esa ciudad y su mamá nos acogió a todos como si fuéramos sus hijos. Prácticamente Ãbamos a comer allà todos los dÃas, pues nos sentÃamos un poco extraños sin conocer a nadie; después de la comida llegaban amigas y amigos de Federico, con quienes empezamos a organizar nuestra vida en el medio social. Comencé a propiciar invitaciones para ir a bailar en el Club Naval, en casas de familia, y en las discotecas; también participé en paseos en lancha por la bahÃa y en idas a Bocachica. Poco a poco, cada uno de nosotros empezó a tejer su propia red de amistades. En casa de Federico conocà a unas gemelas de quienes me hice muy amigo; ellas me presentaron a sus padres: Él hijo de Españoles y ella Puertorriqueña. En mis visitas a esa familia pude notar que me sentÃa a gusto, que habÃa calor de hogar, el nivel cultural era alto, el orden y la limpieza se veÃan por todas partes, sus amistades eran de alto nivel, y resultaba obvio que la situación económica era holgada. Yo trataba de frecuentar la mayor cantidad de amistades posible, a fin de seleccionar las que verdaderamente me convenÃan; todos los sábados habÃa reuniones bailables en el Club Naval de Oficiales, con orquestas de la talla de la de Pacho Galán que tocaba el merecumbé como los dioses; la asistencia a estas reuniones era siempre muy alta, y a ellas llevé a bailar a muchas amigas pero sin comprometerme demasiado; tenÃa que proceder con cautela y acumular la mayor cantidad de información, antes de lanzarme con una novia que tendrÃa que ser definitiva para mis deseos de matrimonio . “Mi mujer es de mi tierra, y mi querida es de ParÃsâ€?, habÃa dicho Rubén DarÃo, y yo estaba decidido a que me casarÃa en Cartagena, en el ambiente naval, para levantar mi propia familia.
Como era de esperar, mi permanencia en el destroyer Caldas duró sólo unos pocos meses. Uno de mis compañeros del contingente 22 , Armando González, estaba embarcado en el destroyer “7 de Agostoâ€? , que recientemente se habÃa incorporado a la Armada colombiana procedente de los astilleros suecos donde fue construido ; junto con su gemelo el “20 de Julioâ€? , constituÃan en ese momento lo más moderno de la flota de guerra de Colombia . Armando le endulzó el oÃdo al segundo Comandante de su buque para que solicitara mi traslado al 7 de Agosto, lo cual se hizo efectivo; en un par de dÃas pasé de integrar la tripulación del buque más viejo al más nuevo de la Armada. Los dos destroyer “Suecosâ€? constituÃan realmente una Armada aparte; su reglamento se cumplÃa al pié de la letra con una severidad draconiana, y se habÃa llegado al extremo de que Oficiales no pertenecientes a su dotación tuvieran que pasar un complicado filtro para ir a conocerlos. Como la cámara de Oficiales tenÃa aire acondicionado, nos exigÃan que a la hora de la comida, cuando estábamos en puerto, asistiéramos de saco y corbata. Los camarotes de Oficiales también tenÃan aire acondicionado, asà que dormÃamos con cobijas para no padecer con el frÃo. Las instalaciones de la tripulación también tenÃan aire acondicionado, algo nunca visto en la Armada colombiana. Claro está que cuando por alguna falla se interrumpÃa el suministro de energÃa, el asunto se complicaba porque el calor en esos sitios encerrados era infernal; además, los buques habÃan sido construidos para especificaciones que contemplaban una eventual guerra nuclear, y esto implicaba la ausencia de claraboyas y limitado acceso a la ventilación natural. A pesar de que cuando faltaba el aire acondicionado la presión sobre los especialistas de mantenimiento era muy fuerte, algunas noches tuvimos que dormir en pantaloneta, nadando en nuestro propio sudor, y con ventiladores de pared. Todo era nuevo y reluciente; cuando alguien veÃa un rayón en la cubierta o en los mamparos, o una mancha cualquiera, rápidamente tomaba las medidas para corregir la anomalÃa. La situación era similar a la de una familia cuando estrena carro nuevo.
-Les presento a FURIOCHI, el italiano de nuestro curso - , dijo Armando González a los demás Oficiales durante mi primer almuerzo en el “7 de Agostoâ€?. Armando explicó que esa palabra era una adaptación suya al Español para referirse a los italianos, conocidos en el mundo entero por su afición a las mujeres. A partir de ese momento todos me comenzaron a llamar por este apodo, y tuve que resignarme a pesar de que yo era todo menos lo que el apodo significaba. Algún tiempo después salà a pescar con el Comandante, el Capitán Lemaitre, en uno de los botes del buque y él me dijo: - Ajá FEROCHE, asà que tú eres un verdadero mamÃn? : No tuve más remedio que reÃrme, pues de allà en adelante ya no serÃa solamente FURIOCHI sino también FEROCHE.
El
“7 de Agostoâ€? contaba con cañones de 120 milÃmetros, centrales de control de
tiro de última tecnologÃa, ametralladoras de 40 milÃmetros para fuego antiaéreo,
y torres lanzatorpedos. Las viejas fragatas parecÃan piezas de museo en
comparación con las nuevas joyas de la corona. Mi primera asignación consistió
en comandar la operación de una de las tres centrales de tiro con que estaba
equipado el buque; desde allà se dirigÃan los direccionamientos de los cañones
para poder dar en el blanco, y sus computadores eran gigantescos pues estaban
integrados por tubos electrónicos, algo prehistórico para estos tiempos pero que
en esa época constituÃan tecnologÃa de punta para nuestra Armada. La
construcción del buque habÃa durado un par de años en los astilleros suecos, y
la tripulación viajó a Suecia para recibir el entrenamiento adecuado en todas
las áreas. En algunos casos los proveedores de equipos estaban en otros paÃses
europeos como Holanda e Inglaterra, y allà también viajaron algunos Oficiales y
tripulantes. Realmente en este proyecto el apoyo recibido del gobierno
colombiano abarcó todos los frentes, sin escatimar fondos para lograr el
objetivo de modernizar nuestra Armada. Como yo habÃa estudiado en Italia el tema
del armamento naval, no tuve dificultad para entender los sistemas rápidamente
mediante la lectura de los manuales. TenÃa bajo mi mando a un suboficial de
apellido Blanco, con entrenamiento adecuado en Holanda, quien resultó brillante
para mantener los equipos y operarlos con eficiencia; se habÃa casado con una
holandesa e integraba una generación de técnicos jóvenes muy preparados, en
quienes la oficialidad del buque pudo depositar su confianza. En una oportunidad
visitó el buque el Presidente Alberto Lleras Camargo, quien estando en la
central de control de tiro preguntó: - ¿Cuantos tubos electrónicos tiene esta
central? - . Sin pensarlo dos veces Blanco le contestó: - 2.547 Tubos Sr.
Presidente - . Una vez terminada la visita, le pregunté a Blanco cuándo los
habÃa contado; él me respondió con una sonrisa y me dijo: - ¡Se hace lo que se
puede mi teniente! - . Cuando se piensa en la tremenda complejidad de un buque
de guerra con todos sus sistemas de armamento , propulsión , generación de
energÃa , comunicaciones, radares, seguridad, salvataje, navegación,
refrigeración, cocinas, alimentación, agua potable y de aseo, control de
averÃas, etc., se entiende que el personal subalterno debe tener un nivel de
cultura y entrenamiento muy diferente al de otras fuerzas militares; esto hace
que la disciplina se base en el mutuo respeto, la preparación profesional, la
flexibilidad mental, el reconocimiento de las propias limitaciones, y el buen
trato. Ese era el ambiente que predominaba en el 7 de Agosto, y allà me encontré
a gusto desde el primer dÃa.
Cuando
aún me encontraba en Italia supe que los dos buques serÃan entregados en el
segundo semestre de 1.958, casi coincidiendo con la fecha de mi regreso a
Colombia. En ese momento gobernaba el paÃs una Junta Militar de Gobierno
integrada por cuatro Generales y un Almirante; el Presidente de esa junta era el
General Gabriel ParÃs Gordillo, primo de mi papá; le escribà a mi viejo
pidiéndole que visitara al General y le pidiera que me hiciera trasladar a
Suecia para incorporarme a la tripulación que traerÃa los dos buques al paÃs. El
general le contestó a mi papá: - Dile a tu hijo que no sea tan agalludo, que los
demás marinos también tienen derecho a estar en el exterior - .
La permanencia en el 7 de agosto aceleró mi integración a la Armada Colombiana,
pues recibà un verdadero curso acelerado sobre la forma en que debÃa actuar en
el nuevo medio, utilizar los términos marineros correctos en español, tener la
adecuada actitud, y cumplir correctamente con el ceremonial naval. El buque
salÃa a navegar con bastante frecuencia en misiones de patrullaje,
entrenamiento, ejercicios de tiro, maniobras conjuntas con otras unidades,
pruebas de máquinas y especificaciones para su recibo definitivo antes de
cumplir el tiempo de garantÃa dada por el astillero constructor, etc. Jamás vi
tan bravo a nuestro Comandante como el dÃa en que descubrió que el equipo de
SONAR del buque, para la guerra antisubmarina, no cumplÃa con las
especificaciones, y que además el ingeniero de enlace con el astillero sueco
trató de manipular el asunto para restarle importancia; yo creo que a ese
ingeniero, a quien llamábamos “agujetaâ€? por lo flaco, le deben arder todavÃa las
orejas.
Entretanto, yo me habÃa enamorado de una de las mellizas Amadó, a quienes todos
llamaban las “mellas�. Matilde (Maty) me cautivó con su dulzura, inteligencia,
suavidad de trato, madurez, feminidad, concepto de familia, mentalidad moderna,
y flexibilidad mental. Mis suegros fueron definitivos para mi decisión, pues se
trataba de una pareja excepcional que, entre otras cosas, se habÃan conocido por
fotografÃas y cartas; ¡solamente el dÃa de su matrimonio en Puerto Rico se
vieron frente a frente por primera vez! Alfonso era un “chapetón� alto, honesto
sin grietas, nervioso, y responsable. Amalia era una mujer fuera de serie;
ciudadana norteamericana, nacida en la ciudad de Ponce en Puerto Rico, habÃa
llegado a Cartagena e impuesto su personalidad moderna en un medio pacato,
elitista, y prejuiciado. Nunca he visto una mujer tan positiva, dinámica,
conciliadora, y atenta; la sociedad Cartagenera la adoraba. Ellos me abrieron de
par en par las puertas de su hogar y me acogieron como a un hijo. Durante
nuestro noviazgo Maty viajó con su mamá a Europa por varios meses, y en ese
lapso de tiempo, a través de cartas larguÃsimas se consolidó nuestra relación.
Tomamos la decisión de casarnos el dÃa 11 de junio de 1.960. La noche en que le
informé a mis suegros sobre nuestra decisión y pedà su consentimiento, Alfonso
empezó a tartamudear de los nervios y finalmente dijo que SI.
(Continuará...)
Ha sido la historia bastante presurosa en calificar al aparente submarino de
alemán sin tener prueba alguna. En la página web
http://uboat.net/ se encuentra el listado más
completo de U-Boats a que se puede tener acceso. En aquella, se ha hecho un
rastreo de los submarinos alemanes combatientes en la Segunda Guerra Mundial, y
se expone, con lujo de detalles, el destino de cada una de estas máquinas al
servicio de la armada alemana. AllÃ, según la información disponible del teatro
de operaciones del Caribe, la armada colombiana no batalló ni entró en contacto
en ninguna fecha con naves alemanas. Sin embargo, la prensa y las fuentes
oficiales de Colombia dan como un hecho lo sucedido. Entonces, ¿qué pasó
realmente?
Hace
60 años, en la noche del 29 de marzo de 1944, el petrolero 'ARC Cabimas'
navegaba sigilosamente el Mar Caribe cubriendo la ruta Cartagena-Panamá.
Llevaba como escolta asignada al 'ARC Caldas', al mando del capitán de
fragata Federico Diago, dado el constante acecho de los U-Boat alemanes en
el teatro de operaciones del Caribe.
Siendo las 8:25 P.M, ante el asombro de los navegantes, surgió amenazante
del profundo océano, en el medio de las dos naves colombianas, la torrecilla
de un enorme submarino. Rápidamente el 'Caldas' enfiló sus cañones a aquel,
y tras lograr un certero impacto, procedió a la inhabilitación total de la
máquina mediante sendas cargas de profundidad. Tras unos cuantos segundos,
apareció en el mar una oscura mancha de aceite procedente seguramente de los
tanques de combustible. Sea lo que fuera, habÃa sido hundido.
Una hipótesis un poco arriesgada, podrÃa ser que uno de los más de 50 submarinos alemanes perdidos en acción haya caÃdo en territorio colombiano. Examinando detalladamente el listado existente de naves perdidas en acción se encuentra una particularmente llamativa dado que cumple las caracterÃsticas de una eventual nave hundida: El U-851. Este submarino se declaró perdido en acción entre finales de marzo y comienzos de abril de 1944 en el Atlántico. La nave era del tipo IXD2 una de los pocas con autonomÃa y poder suficiente para navegar desde Europa hasta las Américas. Las coincidencias de lugar, fecha y caracterÃsticas hacen de este aparato un candidato probable de los hechos anteriormente descritos. Pero lo dicho, esto no puede probarse con rigurosidad en el momento. Solo a través de un salvamento de los restos hundidos entre Cartagena y Panamá, se podrá saber que fue lo que se hundió ese dÃa. Las coordenadas exactas del sitio se deberÃan poder hallar en la bitácora del 'ARC Caldas', que dejó de prestar servicio en 1961. Dicho diario debe descansar en los archivos de la Armada Nacional.
Apreciado Enfermero Pinto:
¿DIMAR - UNA INSTITUCIÓN EN CONTRAVIA ?Sumandome
a la muy autorizada voz del conti Jairo Quiñones, me permito enviarle este corto
ensayo que trata de resumir los muchos años de lucha intentando crear una
conciencia sobre lo que es realmente la necesidad de desarrollar el pais
marÃtimo, que es bien diferente al poder naval; las Marinas de Guerra se crearon
como una necesidad para proteger a las flotas mercantes que finalmente son las
encargadas de crear y generar soberanÃa.
Apreciados amigos y colegas:
Con casi absoluta seguridad debo dar credibilidad a bien intencionadas fuentes, que me filtran "altisonantes opiniones" de quienes, en oposición a nuestras sustentadas discrepancias, no aceptan una sola voz contraria a la de DIMAR; aquellos que creen que opinar y hablar sobre la realidad de DIMAR, es estar en contra de la Institución, de la Institucionalidad, del paÃs marÃtimo, o....del paÃs en general.
Tamaño disparate, en un estado social de derecho, es solo muestra de nuestra firme y ancestral forma de poner resistencia al progreso y de dar por sentado que lo ya establecido, es permanente y estuvo bien hecho.
En el año 1984, se dicto el Decreto-Ley 2324 por el cual se reorganiza la Dirección General MarÃtima y Portuaria (DIMAR) para que bajo el mando de un Oficial de Insignia en servicio activo, ejecute la polÃtica del Gobierno (no la del Estado) en materia marÃtima mediante la regulación, dirección, coordinación y control de las actividades marÃtimas en los términos de dicha norma y aquellos reglamentos que se expidan, para.. "la promoción y estimulo del desarrollo marÃtimo del paÃs", etc. Desde entonces, solo algunas sentencias del Consejo de Estado y las Leyes 1a de 1991, la Ley 336 de 1996, la Ley 99 de 1993, la Ley 658 de 2001 y la Ley 730 de 2001 han modificado o adicionado algunos conceptos al 2324/84, sin que nadie se haya tomado el trabajo de revisar que tan conveniente y eficiente ha sido DIMAR para cumplir con los mandatos asignados por la Ley, y realmente mostrar resultados en.... "la promoción y estimulo del desarrollo marÃtimo del paÃs".
Este es el gran debate que se le debe al Estado, el debate sobre la eficiencia operativa de este ente y sobre el verdadero norte de la industria marÃtima, campo en el cual los colombianos contribuimos con mas de usd 2.300 millones al año en fletes pagados por nuestras mercancÃas de importación y exportación, y de los cuales, no queda mas del 2% entre los diferentes actores nacionales; campo donde no tenemos presencia significativa y nos limitamos a ver como las navieras extranjeras viene a imponer sus condiciones y a llevarse las utilidades de esta industria, campo donde la generación de trabajo directa es muy limitada y se limita a ocupaciones provisionales o de segundos niveles.
El debate sobre DIMAR podrÃa resumirse en tres grandes áreas:
a) El costo/beneficio o balance de resultados reales de las "funciones y atribuciones" que le establece a DIMAR el Articulo 5 del Decreto-Ley 2324/84.
b) El aterrador manejo de las delicadas funciones judiciales que en materia de procedimientos para investigaciones de accidentes o siniestros marÃtimos le otorga a DIMAR el Titulo IV del Decreto-Ley 2324/84. y,
c) La falta de plantación y propósitos de Estado en el sector marÃtimo, como resultado de la altÃsima rotación de los Directores Generales, quienes pasan por el cargo como un escalón mas de su carrera militar y no teniendo la capacitación previa en temas netamente marÃtimos.
Mientras no se cierre el ciclo de PODER MARÃ?TIMO y se enfoque al de DESARROLLO MARÃ?TIMO AMPLIO, todos los planteamientos , excelentes proyectos y apasionamientos por el que hemos estado recorriendo desde que la evolución de nuestra marina cambió dramáticamente quedarán frustrados. Es que el paÃs, ni nosotros los marinos hemos podido atinar al valedero paÃs marÃtimo. Estamos aún en la fase del navierismo aislado y cada dÃa se ha alejado más de la realidad global inexorable.
Desarrollar navieras Colombianas creo que debemos aterrizar. No la tendremos en el corto, ni mediano plazo. Cambiar la mentalidad Armada y polÃtica que arrastramos, no creo que venga. No porque la Armada no pudiera evolucionar hacia asumir un protagonismo de desarrollo valedero marÃtimo, sino porque la inercia no se lo ha permitido, ni se lo va a permitir: los grandes valores y capacidades profesionales están enfocadas en otra concepción del poder marÃtimo.
Los marinos mercantes estamos navegando individualmente sin organización, ni representación válida. El subsistir laboralmente para quienes comienza es un acto de rebusque y coraje personal. Y quienes pasamos por la gran época dorada nos quedamos en la buenas intenciones y en la supervivencia pensional . Que desgaste y pérdida profesional ha ido perdiendo la Colombia marinera. El paÃs mediterráneo y polÃtico no ha podido ni siquiera preservar la legalidad pensional de quienes legalmente la consolidamos . Es otra historia que va paralela con el naufragio marÃtimo. No estamos preparado aún para resurgir los mástiles. Es el desarrollo marÃtimo que nos merecemos.
¿Es entonces un futuro negro? No me atreverÃa a predecirlo, pero si estoy seguro que, como vamos... no hay rumbo, no hay liderazgo, no hay metas. La masificación del poder en el unicombo global nos viene empujando inexorablemente.
Mientras se cambian conciencias y se consolidan propósitos, hay una luz que deberÃamos encender y es restaurar la formación de los hombres de mar, enfocarlos con visión profesional y sana nacionalidad a nuestros hombres de mar.
Como va el paÃs podrÃamos tener buques, ampliar puertos , vanagloriarnos de un "frágil poder marÃtimo" y no tendrÃamos quienes tripulen. Tenemos un retrazo profesional lastimoso y vergonzoso. Y ocurre en los mismos techos del alma mater que dio brillo a la Marina Mercante. Asà como vamos estamos repitiendo la historia de nostalgia, desde las playa de una nación que se va quedando anclada en sus montañas.
Marinos con corazón marinero... Marinos con vocación colombiana e internacional....marinos que trasciendan mas allá de lo laboral y naviero
Marinos que cambien esta mentalidad hÃbrida de indefiniciones ... Marinos con conciencia social de paÃs....¡ para qué otra nueva
Grancolombiana, sino llena una función social y desconcentra el monopolio de las ganancias y la distribución de las perdidas!
Si no somos capaces tan siquiera de preservar y cultivar al profesional del mar, anualmente continuaremos en Expomares repitiendo los ecos permanentes del pais marÃtimo que hemos querido tener y no hemos podido desarrollar. Continuaremos mereciéndonos lo navegado.
ZAFARRANCHO
CYBER-FOTOGRÃ?FICO
Con un grupo de amigos el apreciado Mayor Jorge Casalin celebró su
onomástico.
Entre los asistentes aparecen el señor Almirante Holdan Delgado, el
General Genecco y sus señoras, Cyber- Felicitaciones
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En una fiesta muy familiar celebró su cumpleaños el Coronel Hernando
Thornet Campos
Cyber-felicitaciones
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CYBER-EDECAN
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Cyber-corredera-
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