Pañol de la historia 
Selección y producción de los Instructivos Navales de Jorge Serpa Erazo 

NELSON Y SU  ESTILO DE MANDO
¿ES HOY ACTUAL?
Por: Vicealmirante  Fernando Elías Román Campos  

“Pero lo que es mucho más asombroso aún es que de estos aventureros, criminales, marginados y reclutados a la fuerza, Nelson hiciera los mejores, los más valientes y los más esforzados marineros que jamás tuvo Inglaterra”.[i] 

A principios del siglo XIX Lord Nelson, el héroe naval que llevó a Inglaterra a convertirse en la primera potencia marítima mundial, descubría que la entrega decidida de sus hombres para el combate y la superación de las durísimas condiciones de la vida abordo era posible cuando existía, por encima de todo, una fuerte y sincera motivación interior.  Pero el entusiasmo de su Comandante en Jefe pudo llegar hasta ellos porque los oficiales se comportaban con sus subalternos de manera firme pero caballerosa, disciplinada pero respetuosa y seria pero paternal, y no en forma autoritaria, despectiva y caprichosa.  

“Las razones del éxito eran muchas.  Entresaquemos tan sólo dos:  Contrario  como era a la acostumbrada práctica de los castigos corporales, Nelson era querido y respetado por sus hombres porque nunca imponía castigos si no existía una necesidad absoluta de hacerlo.  Incluso entonces mostraba una clara repugnancia. Hasta qué punto la mentalidad ejemplar de Nelson había contagiado a sus capitanes lo prueban las palabras de su capitán Collingwood: “No llego a entender cómo un oficial puede atreverse a mandar rezar hoy a su gente y mañana hacerla azotar.”. 

Aún más decisiva fue otra cualidad de Nelson: “¡Consiguió que estos hombres rudos, harapientos y por todos despreciados se sintieran orgullosos de su disciplina, de su combatividad y sobre todo, naturalmente, de ser imbatibles!  Inculcó en estas gentes el irrevocable  compromiso moral de que nuca le fallarían a él ni a Inglaterra.”[ii]

Es importante anotar que en la época de Nelson se utilizaba el castigo físico como un medio de disciplinar a unas tripulaciones conformadas por “aventureros, criminales, marginados y reclutados a la fuerza”.  Dentro de las sanciones más comunes se encontraba el azote con un látigo llamado “gato de nueve colas”  que dejaba la espalda en carne viva al castigado.[iii].

Su profundo respeto por el ser humano se refleja en sus palabras, al ordenar que la Flota Británica tendría que distinguirse no sólo por ser la victoriosa, sino por su humanidad.

“El gran Dios, al que adoro, conceda en mi país para felicidad y prosperidad de toda Europa una grande y gloriosa victoria.  Que no sea ensombrecida esta victoria por la falta de entrega de ningún hombre y que, después de la victoria, el rasgo más sobresaliente de la flota británica sea su humanidad.  Pongo personalmente mi vida en manos de mi Creador.  Venga su bendición sobre mi esfuerzo por servir lealmente a mi país.  En sus manos me encomiendo y dejo  la legítima causa cuya defensa se me ha encomendado”[iv]

 Para Nelson, así como para Napoleón y los grandes líderes de la historia, los asuntos de la guerra no eran resorte de la casualidad o de la buena suerte.  Napoleón decía que se reía de aquellos que le preguntaban sobre su genio de la buena suerte:

 “Si estoy siempre dispuesto es porque antes de emprender he meditado mucho tiempo.  Vivo adelantado en dos años y tengo previsto lo que pueda ocurrir. 

No es un genio quien me revela en secreto lo que tengo que hacer en una circunstancia inesperada para los otros, sino la reflexión y la meditación."[v]

 “La primera condición para el Éxito fue su concienzuda preparación.  Nelson no confiaba ni en la espontaneidad ni en la casualidad general.  No.  En los interminables días en alta mar, examinaba con atención sus planes de ataque, meditaba cada detalle de la ejecución y contemplaba todas las posibles alternativas y eventualidades.”[vi]

 “Tengo completamente claro -escribía en una ocasión- el modo como he de proceder con un enemigo que es más débil o más fuerte que yo.  Mi resolución es firme, mis planes para cada posible situación los tengo indeleblemente en la cabeza.”[vii]

El ambiente de trabajo y la dinámica para el planeamiento se adelantó casi dos siglos a lo que hoy se pregona en las modernas técnicas gerenciales.  Nelson utilizaba la “tormenta de ideas”: la opinión de todos cuenta, se motiva a los menos antiguos para que expresen lo que piensan y se les hace ver si son válidas sus observaciones y si no, la razón por la cuál no se tienen en cuenta; pero en un ambiente de camaradería donde se aprovecha la oportunidad para enseñar y orientar, y no para buscar la manera de ridiculizar a los subalternos en público.

“Pero,  aunque tuviera concluida esta fase de planificación personal, Nelson no se perdía en la torre de marfil de sus excelsas ideas, sino que invitaba a los comandantes a su navío para exponerles su plan y discutir con ellos, ‘entre camaradas’, todas las cuestiones en sus mínimos detalles.  Entonces tenían ellos la oportunidad no sólo de conocer los altos secretos propósitos de Nelson, sino también de conocerse mutuamente, y fundirse así en una auténtica unidad.

Juntos se ponían de acuerdo sobre todas las cuestiones, y este espíritu de comunidad y de solidaridad reafirmaba a Nelson, por otra parte, en su convencimiento de que cada una de sus órdenes se habría de cumplir con la misma determinación que si las diera en persona.  La previsión exacta, la discusión en común de alternativas, el compromiso solidario por un óptimo espíritu combativo de las dotaciones, la exacta sintonización de tareas y ataques individuales y, naturalmente, la formidable confianza en el triunfo y resolución que emanaban de Nelson, creaba ya antes de la batalla un ambiente francamente irresistible.  Todos sabían que habrían de vencer indiscutiblemente cuando tuvieran que vérselas con el enemigo.”[viii]

 

Así mismo, Nelson no sólo fomentaba el hoy llamado en las teorías gerenciales “reconocimiento del poder” o “empoderamiento”, sino que hacía de esta herramienta un aspecto de obligatorio cumplimiento.  Cada comandante tenía que ejercer su responsabilidad personal y responder por su desempeño, teniendo en cuenta que se encontraría sólo, sin esperar órdenes adicionales,  en el momento del combate.

 

“El factor clave de este entusiasmo era el hecho de que Nelson había elaborado un plan táctico claro, el cual, sin embargo, no se convertía en camisa de fuerza para ninguno de los comandantes,  Al contrario, y este era el punto fuerte de la filosofía de Nelson sobre el liderazgo:  en el marco de este plan, cada comandante debía cargar sobre sí con toda la responsabilidad de su acción y,  por ende, de su triunfo.

De este modo, almirante, comandantes y dotaciones estaban al cien por cien preparadas para el combate, tanto física como anímicamente.  Cada capitán sabía exactamente lo que tenía que hacer.  Y era sabedor de todo lo que dependía de él.  Experimentaba la responsabilidad personal, pero era consciente también de su libertad de actuar.  Cuando el combate había comenzado, no necesitaba más instrucciones del almirante.”[ix]

 

Uno de los principales aspectos por los cuales Nelson fue literalmente amado por sus hombres, fue por su coherencia entre lo que hacía y lo que hacía.  Nunca le exigía a alguien algo que no estuviera en condiciones de cumplir.

 

“Nelson es calificado por todos los biógrafos como uno de los jefes más digno de ser amado en la historia mundial.  Fue un guerrero, un militar, un soldado en la verdadera y buena acepción de la palabra:  un ejemplo de coraje y de valentía,  que se empleaba con la máxima entrega y energía y que, sin embargo, se comportaba siempre caballerosamente con sus adversarios.

Nelson fue una de las personalidades dirigentes más dignas de admiración de la historia universal porque no sólo practicaba en su forma de pensar, sino también en la vida real de todos los días, una imagen humana mucho más moderna que sus contemporáneos. Esto constituía el atractivo de su personalidad y el secreto de su arte de la motivación.

Nelson, y esto refleja las ricas facetas de su magnífico arte de dirección:

-  respetaba a cada individuo;

-  tomaba en serio la opinión de sus marineros;

-  sentía y sufría con ellos;

-  no exigía a nadie lo que el mismo no estuviera dispuesto a cumplir;

- motivaba a su gente a los resultados máximos, en lugar de arrancárselos exprimiéndoles.

 

Pero sobre todo, les daba aquello con los que todo individuo sueña:  la oportunidad de mostrar sus cualidades y de estar orgullosos de sí mismos, la de distinguirse por su rendimiento extraordinario y ponerse al servicio de una causa importante.  En una palabra:  Daba un sentido a sus vidas.”[x] 

 

Podemos entonces hacer algunas reflexiones sobre el estilo de mando de Lord Nelson: La experiencia ha demostrado que cuando se acomete la tarea de analizar la Institución Militar desde el punto de vista de Calidad Total, es extraordinaria la cantidad de procesos con posibilidad de mejorar que saltan a la vista.  Esto es entendible, por cuanto la Institución se rige por patrones o paradigmas que deben seguirse en forma estricta y no está abierta a la corriente de cambios que se suceden a diario en la vida diaria.  Sin embargo, cuando se miran ciertos procesos bajo la óptica de mejoramiento Continuo y se encuentra que existen costos de mala calidad, se hace necesario el cambio. 

La Institución Militar  evoluciona de una manera más lenta que cualquier organización civil (de allí que se diga que es una organización “paquidérmica”), debido principalmente a los estrictos patrones de comportamiento que son la esencia de la profesión, de tal suerte que el cambio de paradigmas se lleva a cabo cuando el choque es muy evidente y la misma fuerza de los hechos obliga a la adopción de nuevos paradigmas.

Dentro de los principales paradigmas que han aguantado el paso de los años, se encuentra el del ejercicio del mando que se enseña en las Escuelas de Formación.  Pero la realidad es que no se enseña a mandar, sino que el cadete aprende por observación dentro de una tradición oral muy fuerte que, en muchos casos, se ha desviado de la verdadera orientación hacia  el liderazgo genuino,  como el de Nelson, que logró convertir a unos hombres, en su mayoría sacados de la escoria de la sociedad, en unas tripulaciones disciplinadas, orgullosas y dispuestas a entregarse con todo el corazón y toda su voluntad por la causa de su patria.

¿Tiene entonces algún sentido el que aún se utilice en algunas de nuestras Escuelas de Formación algún tipo de castigo físico como un medio de “disciplinar“ a unos hombres que no han sido reclutados a la fuerza, ni salidos de las cárceles, sino que han llegado voluntariamente de la mejor y más sana juventud de Colombia?

En mis tiempos de cadete naval, se tenía el convencimiento de que la sanción sólo había sido efectiva cuando luego de hacer arrastrar al subalterno sobre el caracolejo, quedaban  como único comprobante válido las raspaduras –y ojalá con sangre- en brazos y piernas del castigado.

Pero, si hace casi 200 años Nelson pudo disciplinar sin el recurso del castigo físico a maleantes y bandidos ¿Por qué no podemos hacerlo nosotros hoy? ¿Es muy difícil entender que el meollo del mando es poder llegar al alma del subalterno?.

No sé en qué momento se olvidó este principio en Colombia, porque hace algunos años se entendía como la única manera de ‘disciplinar”,  el recurso del castigo físico, que incluso tomó formas increíbles, en la manera que los cadetes más antiguos tenían la posibilidad de inventar castigos y sanciones en una carrera de creatividad que le quitaba toda la seriedad al ejercicio del mando.  Afortunadamente las cosas han cambiado, de manera que el cadete antiguo entiende que su mayor tiempo en la Institución le permite ser una especie de  “facilitador”, hablando en términos de calidad, para guiar al menos antiguo, pero sobretodo a enseñarle por medio del ejemplo.  Si antes el cadete antiguo sancionaba al menos antiguo por estar mal embolado (¡ y en ocasiones él mismo no lo estaba!), ahora le muestra, con su ejemplo, como debe lucir.

¿Realmente entendemos que una cosa es “dar órdenes” y otra muy distinta “liderar”?

 ¿Se aproxima nuestra forma de mandar a la de Nelson? : 

“El estilo de mando de Nelson demuestra que no es el tono de mando autoritario y despectivo, sino el estilo de dirección humana –acompañado de la debida disciplina y de la necesaria dureza- el que lleva a resultados sobresalientes.  El estilo, por tanto, que ve a los subalternos no como a receptores de órdenes descerebrados, como a unos robots sin alma o a unos objetos sometidos a la arbitrariedad personal, sino como a hombres con voluntad de que se les respete y reconozca, con anhelo de un trato caballeroso y de un entusiasmo por las cosas justas y legítimas.”[xi]

¿Somos realmente líderes o estamos convencidos de serlo por el sólo hecho de poder dar órdenes sin haber aún conquistado las almas y los espíritus de nuestros subalternos?


[i] Momentos Estelares del Liderazgo:  Nelson, El Humano. Altmann, Hans Christian.  Título original Sternstunden der Führung.  Ed. DEUSTO, S.A.  Bilbao. 1ª. Reimp. en Colombia para Ed. Roca.  Bogotá. 1994.  Pág. 189. El autor cita a  Will y Ariel Durant: Die  napoleonische   Era.  Frankfurt del  Mein y Berlin. 1982. pág.  235

[ii]  Ibidem, pág.190

[iii] La última vez que se castigó con azotes en la Marina Británica fue en 1885, pero la orden que eliminó la autoridad del Caporal para azotar no fue hecha sino hasta 1949, según se cita en el libro:  Naval  Ceremonies, Customs and Traditions.  Marck, William y Connell, Royal.  Naval Institute Press.  Annapolis Maryland.  Fifth Ed.  1980. Pág. 251.  Los autores actualizaron la obra del mismo título escrita por el Vicealmirante Leland P. Lovette, US Navy (Retired), correspondiente a las cuatro ediciones posteriores.

[iv] Ibidem, pág. 183. El autor cita a Hellmut Diwald: Der Kampf um die Wetmeere, TB, Münich, 1980.

[v] El arte de ser Jefe. G. Courtois.  Título original: L’art d’ être Chef.  Traducción y prólogo por el Sr. General Gabriel Puyana para la Escuela Militar de Cadetes de Colombia.  Editado por la Imprenta y Litografía de las FF.MM con referencia EMC-04 MANDO. Edición Privada.  Págs 96 y 97.

[vi] Momentos Estelares del Liderazgo:  Nelson, El Humano.  pág.186.

[vii] Ibidem.  El autor cita a Oliver Warner: Nelson, Stutgart, 1965. págs 320 y sig.

[viii] Ibidem

[ix] Ibidem, pág. 187.

[x] Ibidem.  Págs. 199 y 200.

[xi] Ibidem. Pág. 178 


A los marinos de Colombia se dedica este escrito.  Los PAÑOLES DE LA HISTORIA, son un  homenaje al pasado que como el mar, es infinito e inescrutable, pretendiendo rememorar la historia, convirtiendo la pluma en espada, los argumentos en un cañón y la verdad en un acorazado.

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